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La nueva (y retocada) novela de Françoise Sagan

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Triunfó con «Bonjour tristesse» (1954) cuando irrumpía la furia del rocanroll. Françoise Sagan, de dieciocho años, fue la mejor representante de la juventud rebelde de posguerra. En particular la protagonista de «Buenos días, tristeza», Cécile, una jovencita de la burguesía, caprichosa e insensible ante el dolor ajeno y tan amoral y esnob como su autora. En el cine, Jean Seberg, con su pelo casi rapado, encarnó de forma magistral a la juventud nihilista de los años del despegue económico. Sagan vendió millones de libros, cada vez peores, centrados en la crítica a la alta burguesía parisiense. Amaba la velocidad y los coches de lujo. En 1957 conducía un Aston Martin a tumba abierta cuando se estrelló. A una vida disoluta, entre alcohol y fiestas enloquecidas, se añadió el consumo de drogas, iniciada con las dosis de Palfium que le recetaron contra los dolores tras el accidente de coche. Dilapidó su fortuna en la ruleta. Se metió en fraudes fiscales y estafas de Estado de las que salió, malparada, gracias a su amistad con Mitterrand. En sus últimos años, vivió embargada por el fisco. Dejó de escribir porque todo cuanto ganaba se lo quedaba Hacienda. Perdió su famoso apartamento parisiense, la mansión en Normandía y dejó de reeditar sus novelas. Vivía en casa de su amigos hasta que una amiga millonaria le permitió vivir en su apartamento y le ayudó a paliar su ruina. Quince años después de su muerte, su hijo Denis Westhoff encontró casualmente entre sus papeles un manuscrito inacabado, «Les quatre coins du coeur» («Las cuatro esquinas del corazón»), un relato sobre un triángulo entre un rico heredero, su mujer y su suegra. La novela ha necesitado una exhaustiva reescriura de su hijo, dice que respetando el estilo sarcástico de su madre. El manuscrito había sido fotocopiado a partir de un original dactilográfico y no se distinguían bien algunas letras y frases enteras que ha tenido que rehacer. La novela data de finales de los 80. El manuscrito inédito se le ofreció al editor Jean-Marc Roberts, de la editorial Stock, un apasionado de Sagan que había publicado otros textos suyos pos mortem. Sin embargo, tras aceptarlo con entusiasmo, ante la inconcreción de la novela «inacabada» rechazó publicarlo, como explica Denis Westhoff en el prólogo del libro. Finalmente fue la editorial Plon quien se hizo cargo de la edición, que mantuvo en secreto hasta esta semana, cuando la publicó con una tirada de 80.000 ejemplares. Mathilde Serrell, de France Culture, se pregunta en un crítico artículo: «Nouveau roman de Françoise Sagan: inédit ou avatar?» La crítica es demoledora. «En el aspecto literario, la novela se parece a un replicante de Sagan. O, incluso, al equivalente de su holograma».