España

La «piratería» como excusa

La Razón
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¿Alguien se cree realmente que el problema principal, exclusivo, del cine español es la «piratería»? O preguntado en otros términos: ¿acaso una ley que reprimiera con dureza extrema las copias y descargas ilegales supondría una mayor afluencia de público a los estrenos nacionales? Hay que ser demasiado ultra y reduccionista para responder afirmativamente a este interrogante y meter de manera tan insensata todos los huevos en la misma cesta. Porque seamos sinceros: en este preciso instante, el debate cultural en España ha basculado todo su peso hacia cuestiones como la protección de los derechos de autor y su gestión a cargo del tupido y asfixiante entramado de sociedades que pugnan por obtener la mayor tajada posible.

Parece como si, toda vez que se elucidaran aspectos tales, la industria cultural española fuera a reflotar con ímpetu desconocido. Orillados en los suburbios del interés de nuestros agentes culturales quedan elementos tanto o más importantes como la necesidad de un nuevo modelo económico para la cultura española, la transformación urgente de la actual estructura de producción, la creación de nuevos públicos mediante un programa educativo ambicioso o la concreción de una identidad creíble y atractiva para las creaciones autóctonas. Nada de esto parece merecer la más mínima atención por parte de una industria que, con los datos en la mano, corre el peligro de llegar a consumirse en su propia miopía y de no tener que «ofrecer» nada que «piratear» a los usuarios.

¿Quiere decir esto que el diseño de un nuevo marco legal que redoble la protección de los derechos de autor es un ejercicio estéril? Evidentemente que no: hay que legislar mucho y con rapidez. Pero lo que no se puede pretender es parir una ley sin contexto, o, en su defecto, una ley que no reme en la misma dirección del resto de medidas destinadas a potenciar el músculo de la cultura española.

La salvación del enfermo terminal que tenemos entre las manos requiere de una intervención múltiple, en diferentes partes de su cuerpo. Si nos obsesionamos solamente en una e invertimos todos nuestros refuerzos en sanar uno de los muchos órganos que ya están desgraciadamente afectados, estaremos convirtiendo el remedio en causa de una mayor enfermedad.