La «tourné» europea de Ai Weiwei
El artista chino, que podría acudir a Málaga, recala en Berlín, donde sopesaría fijar su residencia, antes de partir a Londres, para presentar una retrospectiva
El más célebre artista contemporáneo chino, Ai Weiwei, que llegó a Alemania la semana pasada tras cuatro años sin poder abandonar su país, no cierra puertas a instalarse en Berlín para trabajar en la Universidad de las Artes. Tras días de especulaciones, Weiwei rompió su silencio con sus primeras declaraciones al diario «Süddeutsche Zeitung», en las que barajó la posibilidad de aceptar el cargo de profesor invitado que mantiene dicha institución desde 2011. Podría ser el primer paso profesional del polivalente artista, una de las personalidades más críticas con el régimen comunista chino. «Voy a hablarlo con ellos», explicó al diario muniqués. «Intentaré ver si podemos construir algo, una nueva forma de enseñar, ya que creo que el arte está cambiando».
Ai Weiwei fue detenido en China en 2011 por un supuesto delito de fraude fiscal. Entonces, comenzó una vida bajo extrema vigilancia que frenó su despliegue creativo. Su figura tanto por lo innovador de su obra como por su experiencia vital, despierta enorme curiosidad y, en general, admiración en el mundo occidental. Es un artista muy bien valorado en Alemania, aunque no pedirá asilo político ni rechaza regresar a su país después de un tiempo. La oferta de la Universidad de las Artes por tres años no es lo único que le enlaza a Berlín, sino que se cierne como una gran oportunidad para pasar más tiempo con su hijo de seis años, Ai Lao, que vive con su madre en la capital berlinesa. Otra escala en su periplo europeo podría ser el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, donde se inaugurará una exposición de sus obras el próximo 18 de septiembre con la exposición de esculturas «Circle of animals/Zodiac Heads».
w un verdadero látigo
El artista siempre ha considerado el arte más allá de su vertiente estética, como una poderosa herramienta para denunciar e intentar resolver los problemas del mundo real, lo que aplicó criticando al régimen de su país. Se expresó a través de la pintura, la escultura y la fotografía, convirtiéndose en un verdadero innovador en el panorama artístico. Su obra, que combinó con una actividad imparable en su blog y en las redes sociales, llegó a considerarse tan subversiva que el Gobierno chino comenzó a vigilarle de cerca. Le encarcelaron después durante 81 días, con funcionarios que rastreaban sus conversaciones y le observaban dormir cada noche. «Viví todos los niveles de la falta de libertad», recordó el artista.
Igualmente, se le prohibió exponer en su país y fue privado de su pasaporte hasta el pasado 21 de julio cuando de forma inesperada, las autoridades chinas le devolvieron la libertad de movimientos. «No sentirme más bajo supervisión me hace sentir muy libre, como un caballo cuando le dejan correr por el campo después de mucho tiempo arrastrando un carruaje», afirmó, definiendo su sensación actual como de «alivio».
Recientemente, Reino Unido ha aprobado un visado de seis meses para el artista y activista, petición que el Gobierno había rechazado con anterioridad para no enfadar al gigante asiático. El cotizado artista expondrá una retrospectiva en la Royal Academy of Arts de Londres en septiembre de este año.