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La última Cuba que vio Cabrera Infante

larazon

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Revisó su vida, quizá de una manera como antes nunca lo había hecho, tan personal. Y se quedó en el tintero, huérfana, sin publicar, sin que viera la luz. La obra que ahora recupera Galaxia Gutemberg narra el último viaje a La Habana que realizó Guillermo Cabrera Infante (Gibara, provincia de Oriente, Cuba, 1929-Londres, 2005) allá por 1965 cuando trabajaba en la Embajada de Cuba en Bélgica. Ya intuía, y eran más que intuiciones lo que percibía el autor de «Tres tristes tigres», que el viento soplaba de espaldas, que el aire resultaba tan enrarecido, que las cosas se habían dado la vuelta definitivamente para él. Cuando puso el pie en La Habana para visitar a su madre enferma, Zolia, a quien ya no pudo ver viva al aterrizar en la isla, vivió en carne propia las represalias de un régimen hostil, lo que le determinaría a no volver jamás a poner el pie en su tierra, de ahí que el autor de la edición se refiera al libro como «Triste, melancólico. Es la historia de un gran desengaño, el espectáculo de la delación permanente». Es tras este viaje a su tierra de nacimiento por el fallecimiento de su madre cuando comienza una pesadilla que Antoni Munné, autor de la edición, define como «kafkiana, digna de una película, porque él desea marcharse pero le marean y le retienen durante cuatro meses allí. Parece imposible que eso pueda suceder, pero pasó. Y lo increíbles es poder leerlo en primera persona, saber que eso le sucedió a él y que tal como le sucedió se decidió a escribirlo», asegura a este diario. Es durante ese tiempo infernal «en el que quiere marcharse y no le dejan cuando asistirá a la confirmación de sus premoniciones más terribles: la decadencia de La Habana y la destrucción de todo un país bajo el peso asfixiante del totalitarismo».
Este «Mapa dibujado por un espía» es «la versión de un texto, lo que se suele denominar un ''undertext'', sobre el cual el autor prefirió ir trabajando, aunque de forma discontinua, para darle una nueva redacción y no para volver sobre el mismo tal como estaba», escribe el editor, quien desvela que «es un texto que me impresionó una barbaridad, porque aunque no estaba completamente elaborado litearariamente, se nota que tiene su ritmo, la cadencia del autor, los diálogos de la vida cotidiana. Yo he respetado la edición y sólo he añadido los acentos a las palabras, pues él lo escribió en una máquina que no los tenía; incluso las repeticiones de palabras las he dejado tal cual figuraban», comenta.
¿Cómo aparecen estos papeles? Tras la muerte del escritor en 2005, su viuda, Miriam Gómez, halla una cantidad de textos inéditos, además de los que habían sido publicados en revistas y diarios. Así lo explica Munné: «Había varios libros acabados, dos de los cuales, ''La ninfa incosntante'' y ''Cuerpos divinos'', ya vieron la luz en esta misma editorial. Sin embargo, el libro que el lector tiene entre manos posee una particularidad que lo diferencia de aquellos».
Texto literario de la disidencia
De hecho, «Mapa dibujado por un espía» podría no haber existido nunca: su autor lo escribió y lo depositó en un sobre que no se volvería a abrir hasta muchos años después de su muerte. «Es más, en una entrevista de las que concedió a lo largo de su vida, Cabrera confesó seguir trabajando con "Cuerpos divinos", aunque sin duda con menos constancia que en este último». El manuscrito estaba en un sobre «y Miriam sabía que muchas de las cosas que Guillermo había escrito en aquellos papeles no le iba a gustar leerlas. Nunca lo abrió, y me dejó a mí que lo hiciera porque estaba convencida de que algo podría perturbarla. Yo accedí a esos papeles, los leí y me afectó, y de qué manera, su lectura. Accedí entonces a publicar un libro que yo definio como bastante atípico, escrito en un momento concreto de dolor. Su testimonio es demoledor. No sé si quizá lo hubiese elaborado. En cualquier caso, resulta impresionante, sobre todo por la dimensión humana del retrato que traza, porque da datos personalísimos y al tiempo nos refleja la descomposición de un régimen, pero desde su vivencia, porque lo que narra y lo que escribe es lo que vive. De ahí que resulte el relato en ocasiones trememendo de asimilar», dice para añadir que «de los textos que he tenido entre manos de Cabrera Infante éste es, sin duda, el que más me ha llegado por su narración y por lo que afecra humanamente. Cuando se va de la isla es consciente de que es su último viaje, de que no va a regresar nunca más. Es uno de los textos más ricos escritos por un disidente, una verdadera pieza literaria de envergadura, comparable, por ejemplo, a lo que escribe Gide al dejar la Unión Soviética».