Cómic

Las dos vidas (y más) de Superman

Las dos vidas (y más) de Superman
Las dos vidas (y más) de Supermanlarazon

En los últimos años el número de personajes de cómic que han fallecido en combate es proporcional al de los que han «resucitado». Desde las dramáticas muertes de Supergirl, Flash, Robin o Jean Grey, hasta otras menos significativas como las de la Antorcha Humana, Green Lantern, Green Arrow o casi todos los mutantes de la Patrulla-X, por mencionar sólo una pequeña parte de los caídos. La muerte (y su consiguiente resurrección) se ha convertido en un recurso narrativo tan habitual, que su uso y abuso ha hecho que nadie crea como definitiva la llegada de la temida parca. Superman no fue la excepción. En 1988, tras dos años narrando las aventuras del Hombre de Acero, John Byrne dejaba definitivamente su trabajo al frente de las distintas series del personaje. Sus sucesores no supieron mantener el interés de los lectores hasta el punto que en 1992 sus editores decidieron que era el momento de un revulsivo. En las periódicas reuniones entre guionistas y editores, el escritor Jerry Ordway siempre lanzaba una frase cuando se llegaba a un punto muerto: «¿Y si matamos a Superman?». Y es que es un personaje muy difícil de tratar. Su invulnerabilidad y sus increíbles poderes ponen continuamente a prueba la imaginación de los guionistas. En 1992 estaba previsto casar a Clark Kent con Lois Lane, su eterna novia y compañera en el «Daily Planet». Pero se encontraron con un contratiempo. Warner Bros (propietaria de la editorial) estaba preparando la serie de TV «Lois & Clark: Las Nuevas Aventuras de Superman», y la idea era que la boda televisiva coincidiera con la de papel. Como todavía faltaba algo más de un año para que la serie comenzara a emitirse, se encontraron sin un evento que ayudara a revitalizar las ventas. Así que Ordway volvió a repetir la recurrente frase: «¿Y si matamos a Superman?». Para sorpresa de todos, la idea fue aceptada y se empezó a coordinar cómo afectaría la muerte, no sólo a las distintas series de Superman («Superman», «Man of Steel», «Action Comics» y «Adventures of Superman»), sino al Universo DC en su totalidad. No en vano, Superman había sido el pilar sobre el que se apoyaba el resto de superhéroes de DC Comics. El equipo de guionistas, formado por Dan Jurgens, Roger Stern, Louise Simonson, Jerry Ordway y Karl Kesel, con el editor Mike Carlin al frente, idearon no sólo la batalla que acabaría con la muerte de tan icónico héroe, sino cómo se enfrentaría el resto de personajes a un mundo sin Superman y sus consecuencias.

Para este histórico suceso, idearon un nuevo «villano» que, a diferencia del resto de malvados de los tebeos, no pretendía enriquecerse, poner a prueba al héroe de turno o conquistar el planeta. Juicio Final (Doomsday, en la versión americana) era una fuerza de la naturaleza imparable. Un ser misterioso que causaba una total destrucción allá por donde pasaba. Tras un infructuoso enfrentamiento contra varios miembros de la Liga de la Justicia, Juicio Final seguía avanzando, hasta que quedaba Superman como la única posibilidad que tenía la ciudad para ser salvada de su total aniquilación. Tras un dramático y violento enfrentamiento, Superman y Juicio Final mueren a causa de las heridas infligidas durante la batalla. Una muerte heroica, como sólo Superman podía tener. Y es que un héroe no puede aspirar más que a dar su vida por los demás. Una historia que, a diferencia de otras muertes aparentes de cómics, presentaba un buen guión, con las dosis necesarias de dramatismo y sensación de transcendencia.

El día de juicio final

La saga se convirtió en un previsible éxito de ventas, y son popularidad transcendió más allá de los aficionados a los cómics hasta convertirse en un fenómeno mediático de carácter mundial. Precisamente, esta saga acaba de ser recuperada por ECC en un volumen titulado «La muerte de Superman». Pero eso no fue todo. Tras la muerte, las series protagonizadas por Superman vivieron su continuación en la saga «Funeral por un amigo». En esta secuela se analizaron los daños causados. No solamente los materiales, sino los sentimentales que eran mucho más importantes. Especialmente la de los ciudadanos de Metrópolis y sus amigos y familiares más allegados, con Lois Lane y los padres adoptivos del kryptoniano al frente. También fue el momento de Lex Luthor para retomar la rienda de la ciudad y recuperar la iniciativa y popularidad que el Hombre de Acero le había arrebatado durante tantos años. Tras el luto llegó «El Reinado de los Superhombres» y con él asombrosas revelaciones. El cadáver de Superman había desaparecido y en su lugar surgieron cuatro «supermanes» de origen distinto, aunque todos coincidían en reivindicar como propia la conocida capa roja. Este golpe de efecto finalizó unos meses más tarde con la esperada resurrección, un aumento de lectores con la que justificar todo el evento y la recuperación de la popularidad perdida en los años anteriores. «La muerte de Superman» dio pie a una novela a cargo del guionista Roger Stern y a una película de animación que no llegó a tener el impacto de su homólogo en cómic.

Acabar con el hijo

En 1893 sir Arthur Conan Doyle puso fin la vida de su creación más famosa: Sherlock Holmes. El autor estaba cansado de que la popularidad del personaje le impidiera centrarse en otros trabajos, así que decidió darle muerte. Tal y como relató por carta a su madre: «Debo reservar mi mente para cosas mejores». La presión, tanto de los lectores como de su editor, obliga al autor a resucitar a su creación en el relato «La casa deshabitada». Saltemos al presente y sustituyamos al inmortal detective por los héroes modernos. O mejor dicho, por los superhéroes. Estos personajes forman parte de la cultura popular. Son productos de consumo masivo, con historias de una calidad dispar dependiendo de la inspiración del autor de turno. La principal diferencia es que Holmes tuvo una vida literaria relativamente corta y que héroes como Superman o Batman, además de tener más de 75 años a sus espaldas, han aparecido en varios miles de historias, con centenares de guionistas tras ellas. Ello hace imposible mantener el interés de los lectores por largos periodos de tiempo. Por este motivo periódicamente estamos ante un cambio de uniforme, del personaje tras la máscara o de fallecimiento del héroe. En la mayoría de casos se debe a la bajada de ventas, primando en demasiadas ocasiones los intereses del departamento de marketing, por encima de las necesidades argumentales. Hay excepciones, como la novela gráfica «La muerte del Capitán Marvel» de Jim Starlin, en la que somos testigos del fallecimiento de su protagonista a causa del cáncer. Una historia lo suficientemente redonda como para que el héroe continúe muerto, por más que periódicamente suframos algún amago de resurrección. No es el caso de Batman, Capitán América, Flash, Green Lantern, Green Arrow, Fénix, Antorcha Humana o el mismísimo Superman, para los que la entrada del cielo (o del Infierno) no es más que una puerta giratoria y para los que ninguna muerte supone el fin definitivo, sino una mera excusa para vender más ejemplares.

Un truco para una sola vez

En 2011 DC Comics elimina de un plumazo todos los cómic que publicaban para renumerar las principales colecciones y dar pie a un reinicio que borraría el legado de más de 75 años de historia. De esta manera se instala una nueva continuidad, sin necesidad de conocer varias décadas de historia del personaje de turno con la intención de atraer nuevos lectores. En el caso de Superman, desaparece toda la historia del personaje, incluyendo el enfrentamiento con Juicio Final y su boda con Lois Lane. Además se presenta una modificación tanto en sus orígenes, como en su uniforme. En la actualidad, la salud editorial de Superman sigue sólida como el acero del que están forjados sus músculos por lo que se descarta cualquier intento de reutilizar la fórmula. Y es que tal y como advirtió el editor Mike Carlin, matar a Superman es un truco «que sólo puede funcionar una vez».