Las letras por delante

No es que yo sea un experto «dylaniano», pero he asimilado su música, filtrado su esencia. Con el tiempo vas comprendiendo muchas de sus decisiones. Él empezó a cantar en un tiempo en que había unas voces increíbles pero jamás tuvo una capacidad física para hacerlo igual. Él tenía las letras por delante, y las poderosas historias que en apenas tres o cuatro minutos era capaz de transmitir. Yo me sigo admirando de que ni siquiera sea capaz de memorizarlas, con la edad que tiene y la cantidad de palabras que contienen. Yo he hecho el esfuerzo de sentarme a leerlas y aun así hay versos que resultan difíciles de comprender, pero ahí está la magia, porque a Dylan no le vale cualquier palabra, son letras complejas que dicen más de la cultura americana que muchos escritores. Es como verle actuar. Yo las primeras veces no fui capaz de entender por qué estaba tan ausente o tan distante. La iluminación era tenue, no había cámaras que le graben ni pantallas con su imagen para que le vean quienes están lejos. La música, incluso suena a poco volumen porque lo que él quiere es que prestes atención. Que te impliques en lo que estás oyendo por encima de su figura y de su presencia. La música es lo importante y las palabras también, no importa que se canten a media voz. La muestra está en sus últimos discos de versiones de Sinatra. Aunque haya tenido tiempos menos inspirados, su implicación con el arte y la música es innegociable. Hay quien dice que responde a una especie de misión autoimpuesta, hay quien piensa que no sabe hacer otra cosa. Sólo él conoce la respuesta. Pienso que el Nobel es un reconocimiento a un gran escritor, a un músico al que le respalda un enorme mensaje.