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Las mujeres ya no somos el sexo débil

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La Real Academia Española (RAE) actualizará el término e incluirá una marca de uso con la indicación de que ambas palabras se usan «con intención despectiva o discriminatoria»
Bocaccio tenemos que agradecerle las mujeres sus inquietudes en pleno siglo XIV por reivindicar el papel femenino. Lo hizo en un libro, «De claris mulieribus», y se fijó en un total de 106 vidas, unas más ejemplares y otras menos. Por las páginas desfilaron Eva, Semíramis, Minerva, Cassandra, Clitemmnestra, Semproni, la hija de Graco, Pompeia Paulina, esposa de Séneca y Joanna, reina de Jerusalén y Sicilia. Sin embargo, él había seguido la huella de Petrarca en «De viris illustribus», un volumen en el que recogía las vidas de hombres ilustres. Seguirían al texto del italiano «Le livre de la cité des dames», firmado por Christine de Pizan en 1405 y que abrió una puerta que aun hoy no se ha cerrado.
¿Hablamos aún de sexo débil? Seguimos haciéndolo en pleno siglo XXI, aunque parece que no por demasiado tiempo, pues la definición del término va a ser revisada en la actualización que se presentará en diciembre del Diccionario de la RAE debido a las protestas que generó en su momento la definición que figura en el diccionario en un apartado dentro del término «sexo débil»: «conjunto de las mujeres», mientras que «sexo fuerte» se define como «conjunto de los hombres».
Moratín, el primero
¿Se podrá eliminar el término? Responden desde la Real Academia Española (RAE) que «no se pueden censurar palabras que están en uso», como es este caso. Tanto los académicos como el director de la Docta Casa no se pronuncian sobre este asunto, que vuelve a cobrar actualidad debido a una campaña en internet para que se cambie y que ha reunido a día de hoy 150.000 firmas. Lo que sí se va a hacer, adelantan, es que aparezca reseñado con lo que se denomina una marca, que en este caso sería de uso, como ya ha sucedido con otras palabras como ‘‘gitano’’, de la que se pidió se cambiara su definición de ‘‘trapacero’’ y en la que se incluyó una marca que aludía a su sentido peyorativo o despectivo que avisa al hablante para que sepa cuál es la postura de la Academia (5. adj. trapacero. U. como ofensivo o discriminatorio. U. t. c. s). En el caso del término ‘‘almóndiga’’, por ejemplo, consta de una marca vulgar, además de destacarse que está en desuso”. Es decir que el hablante sepa que se admite su uso pero que tiene el sentido que se consigna». No obstante conviene aclarar que la variante «almóndiga» existía en español antiguo y está en el diccionario académico desde su primera edición en 1726. Además, «toballa», por ejemplo, aparecía en el diccionario académico de 1739 y «asín» se registró ya en el volumen de 1770. El primer autor que se refirió a la mujer como «sexo débil» fue Leandro Fernández de Moratín en 1790. A él seguiría una pléyade de escritores, una lista que llega hasta nuestros días y en las que están incluidos Espronceda, Bretón de los Herreros, Larra, Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán, Rubén Darío y Unamuno, entre otros.
En el enlace www.rae.es/formulario/unidrae cualquier hispanohablante tiene la opción de enviar sus propuestas para que se modifique, anule o añada un término. Por otra parte la nueva edición escrita del Diccionario de la Lengua, que saldrá en los próximos años, será la primero digital y tendrá un profundo carácter panhispánico, según informó en marzo el director de la RAE, Darío Villanueva. Durante tres días del pasado mes de marzo, una comisión formada por diez representantes de las veintitrés academias de la lengua de España, Hispanoamérica, Norteamérica y Asia revisaron un documento gestado durante los dos últimos años, que conforma la base de la vigésimo cuarta edición del Diccionario de la Lengua Española (DLE), nombre oficial adoptado en 2014.
En diciembre será cuando se presenten las últimas actualizaciones del diccionario en línea, nuevas definiciones, modificaciones e incluso enmiendas. Con la anterior edición se realizó en cinco ocasiones y este año será la primera que se presente la actualización de la vigésimo tercera edición, cuyas modificaciones se espera poder dar a conocer anualmente de ahora en adelante.

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