Lázaro Rosa-Violán: «Barcelona es una gran ciudad y no la vamos a dejar perder»
Desde el stand que diseñó en ARCO, habla de la importancia del arte en su trabajo y de que se siente como si fuera el cónsul de Madrid en la Ciudad Condal, donde recibe a sus amigos
Desde el stand que diseñó en ARCO, habla de la importancia del arte en su trabajo y de que se siente como si fuera el cónsul de Madrid en la Ciudad Condal, donde recibe a sus amigos.
Lázaro Rosa-Violán se acomoda frente a una mesa del stand de Ruinart que diseñó para la zona VIP de ARCO preparado para esta entrevista. Sin embargo, apenas ha comenzado cuando varias amigas se acercan a saludarle y felicitarle. El interiorista las invita a tocar las paredes del stand, que parecen de escayola, pero son, en realidad, de goma espuma. Rosa-Violán disfruta viendo la sorpresa de las personas cuando notan que la pared se hunde bajo su mano. «Maldito el momento en que pensé en hacerlo de espuma, ha sido un desmadre montar esto porque las piezas se desplomaban. Mi equipo lo solucionó, son lo mejor que tengo», afirma.
–Es pintor y arquitecto. El arte tendrá un lugar importante en su trabajo...
–Es uno de los pilares de nuestro despacho. Lo utilizo como un «mood board» (muro de inspiración). Ya sé que suena un poco frívolo, pero me fijo en el arte a la hora de empezar a pensar en un proyecto. Es mi punto de partida. Hay personas –y es muy lícito– que si les encargan un restaurante se fijan en otros que hayan visto, yo, jamás.
–Se le asocia con el concepto de arqueología urbana, de recuperar piezas antiguas y darles nueva vida...
–Eso empezó hace muchos años porque no tenía recursos (risas). Me gustan los sitios de verdad y, ¿cómo consigues que un lugar parezca de toda la vida? Utilizando elementos que ya tienen su pátina. Además, siempre abogo por la autenticidad de los materiales. Me preguntaban hace unos días cómo definía mi trabajo, y es como si te preguntasen, ¿eres guapa o fea? ¿Cómo lo voy a decir? Pero he encontrado que lo que puede definirlo es que, por encima de las piezas, está el ambiente. Para llegar a la atmósfera que buscamos todo vale, aunque no nos apoyamos en las piezas.
–Jasper Morrison habla de la importancia de que un objeto perdure en el tiempo, ¿con los espacios debe ser igual?
–Me cuesta trabajo hacer algo que sepa de antemano que dentro de tres años no me va a gustar. Defiendo un clasicismo entre comillas. Nosotros jamás hemos seguido tendencias, estamos al día, pero nunca nos han hecho redecorar un espacio. Eso es elemental. Además de la confortabilidad no solamente a nivel físico, sino que la luz te acompañe y la acústica funcione bien. Hace poco fui a comer a un restaurante maravilloso y además de que lo recuerdo como un escándalo por lo caro que era, un foco me caía en toda la cabeza. No me compensó la experiencia.
–Afirmaba que no sigue tendencias. ¿Pero, las crea?
–Eso dicen. Está claro que hemos abierto caminos, y lo hacemos porque una de las premisas que me autoimpongo es no repetirme. Me hace gracia cuando alguien dice: «Lázaro lo hace todo igual». Lo más extravagante, lo más futurista, especial y la vuelta de rosca más grande la damos en cada proyecto.
–Para dar esa vuelta de rosca, ¿en qué se inspira además de en obras de arte?
–Cuando me dicen: «Mi hijo quiere ser interiorista», contesto: «Pues págale un buen viaje y que se ponga las pilas». Es la única manera de aprender: viajando, pero fijándose, investigando. Esto no tiene ninguna técnica, es estudio y trabajo. Debo estar mayor para decir estas cosas. ¡Qué «abuelada»!
–Barcelona pasa por una época convulsa y en vez de pensar en irse, está por inaugurar un nuevo estudio, ¿es optimista respecto al futuro?
–Barcelona es una gran ciudad, no la vamos a dejar perder. Las ciudades son cíclicas; ahora es una época más rara, pero yo no salto del barco. He podido desarrollar mi estudio porque tuve la iluminación de irme a Barcelona. Allí he conseguido estar enfocado en mi trabajo, porque en Madrid estaría todo el día en la calle. Aquí están casi todos mis amigos, de hecho, parezco el cónsul de Madrid en Barcelona.
–¿Le podría afectar en términos de negocio?
–No. El 90 por ciento de nuestros proyectos están fuera de España. Me siento súper español: soy catalán, criado en Bilbao y nacido en África. Más mezcla no puedo tener.