Francisco Rodríguez Adrados

Adrados, un galardón en defensa de las Humanidades

El académico recibe el Nacional de las Letras por su vasta carrera

Francisco Rodríguez Adrados, en su despacho, en una imagen reciente
Francisco Rodríguez Adrados, en su despacho, en una imagen recientelarazon

Todo lo que cuenta Francisco Rodríguez Adrados (Salamanca, 1922) al otro lado del teléfono en esta llamada de urgencia, con motivo de la concesión del Premio Nacional de las Letras, lo ha dicho una y otra vez a lo largo de los años: bien en las aulas, donde lleva impartiendo cátedra desde hace más de medio siglo, bien en su extensa obra, que abarca lo filológico, lo lingüistico y la traducción, e incluso en la Prensa, donde le gusta estar al quite de la actualidad. Lo está, sin ir más lejos, desde hace ya tiempo, en las páginas de LA RAZÓN. En sus artículos de opinión ha defendido una y otra vez la necesidad de las enseñanzas clásicas, principalmente el latín y el griego, en la educación.

Indoeuropeo y sánscrito

Por esa lucha, que ha convertido en su vida, el Ministerio de Cultura le concedía ayer un galardón dotado con 40.000 euros, un reconocimiento a su obra, «con valiosas incursiones en el campo de la Lingüística y, en particular, en el estudio del indoeuropeo y el sánscrito». Igualmente, se recuerda así que «sus aportaciones lingüísticas (lexicografía y gramática) son mundialmente reconocidas, así como sus rigurosos ensayos literarios sobre la tragedia, la fábula y otros géneros de raíz helénica». El profesor Adrados explica que «la verdad es que satisface pensar que la labor de uno no es completamente estéril». Y, con lógica irreprochable, asegura: «Si premia mi trayectoria, algo tiene que ver con mis ideas en relación a las lenguas clásicas y el humanismo». Se refiere, en buena medida, y aunque resulte paradójico, a que el galardón ministerial supone un espaldarazo a su reivindicación para que la nueva reforma de la Enseñanza Secundaria (LOCME) auspiciada por el José Ignacio Wert no acabe con la enseñanza del griego y, acaso, del latín.

Aunque la nueva embestida legislativa, en fase de anteproyecto, sólo es otro golpe más contra lo que se ha llamado tradicionalmente las Humanidades: «Ésa es mi historia. Bueno, hay muchas, pero una de ellas es ésa», lamenta el académico. Recuerda Adrados que creó la Sociedad de Estudios Clásicos, que presidió durante años -ahora el cargo lo ocupa Jaime Salas, él ha pasado a la Presidencia de Honor- y que «en el último franquismo, rebajaron mucho; a pesar de todo, yo pude salvar un año de latín obligatorio y cosas de griego en el preuniversitario. Luego tuve muchos "tête à tête", con enfrentamiento ideológico, aunque personalmente no hubo mala relación, con Solana y Rubalcaba». En cualquier caso, «lo que logramos fue siempre la rebaja». Así pintan las cosas para el griego y el latín, en un tiempo materia obligatoria, con los años transformados en «marías» y hoy relegados en los planes de estudio. Rodríguez Adrados tiene claro quién es el culpable: «La ofensiva contra nosotros viene de los pedagogos, psicólogos y sociólogos. Estos señores que viven en otro mundo, que tienen asignaturas que no son científicas, sino programas de acción realmente. Piensan que las Humanidades es perder el tiempo. Los pedagogos quieren rebajar los niveles de la enseñanza. Por eso ha pasado lo que ha pasado: un descenso cultural brutal». En la ESO, «en desagravio del latín, perdido, otros señores y yo conseguimos mantener la cultura clásica -recuerda- haciéndoles ver a los chicos los fundamentos de nuestra cultura, con el latín opcional. Y que algunos alumnos pudieran estudiar en el bachillerato superior latín y griego en serio... Pero menos en serio que el que había. Los han rebajado mucho».

Todo esto se lo ha transmitido a los asesores de Rajoy -«nos han dicho que ya nos llamarán», explica- y deja claro que «esto pone en juego, a la larga o a la corta, la misma existencia de las lenguas clásicas. Si no hay alumnos, no habrá profesores en el bachillerato superior; si no lo hay, dejarán de entrar en la universidad, que ahora es un terreno floreciente, y al cabo de equis años desaparecerán los profesores también ahí. A un plazo no muy largo llegará la extinción».

Su deseo, imbricado con la actualidad del día post-electoral, está cargado de intención: «A ver si ahora ese asunto de Cataluña queda un poco contenido y tienen libre el cerebro para ocuparse de otras cosas». Más de una vez ha hablado de los nacionalismos: «No tenemos nada en absoluto con que el que quiera aprenda las lenguas vernáculas o como las llamen, si son heredadas de sus padres y les tienen cariño. Pero una cosa es ésa y otra que hagan campañas para extinguir el castellano por vías legales y por la famosa inmersión, las multas para los que rotulan en español... Todo eso es anticonstitucional y deberían acabar con ello por decreto».

Historia reducida

Tiene claro que, en ese escenario hipotético de «extinción» lingüística del griego o el latín, perdemos todos, pues afecta a los conocimientos y la formación del «españolito experimental»: «La historia de España en esos planes ha quedado reducida a una cosa en la que niegan la Reconquista, dicen que moros y cristianos eran muy amigos, aunque, como se sabe, a ratos se daban unos espadazos tremendos, han desvalorizado todo el imperio de Carlos V, y, sobre todo, la conquista española de México, que es la europeización de América. Hemos convertido un país de indios en un país más o menos europeo, y esos conquistadores conocían el latín y las leyendas anteriores. Todo esto es empobrecimiento». Hace poco, en Grecia y ante 400 alumnos, Rodríguez Adrados valoraba cómo en el país heleno estaban orgullosos de su pasado, de haber sido la nación de la que surgieron conceptos como la democracia, el individualismo, la libertad... «Evidentemente: los griegos y romanos civilizaron aquellas tribus y las convirtieron en lo que fue luego el estado visigodo y los reinos de la Reconquista. Esto es tan elemental que da casi vergüenza decirlo», asegura el catedrático. La propia palabra que más manejamos últimamente, «crisis», no sería tan terrible si nos acercamos a ella desde lo etimológico.

Una carta en defensa de la enseñanza clásica

Como presidente de Honor de la Sociedad de Estudios Clásicos, Rodríguez Adrados es uno de los más de 5.000 firmantes de la carta dirigida a Mariano Rajoy el pasado 4 de octubre en la que solicitan «el mantenimiento del Griego I y II como materia obligatoria de modalidad en el Bachillerato de Humanidades» ya que, justifica el texto, «su conversión en optativa, en competencia directa con segunda lengua extranjera e Historia del Arte, la hace difícilmente viable y la condena a la extinción». Algunos de los firmantes de la carta son Mario Vargas Llosa, Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca, José Luis garci, Luis Mateo Díez, José María Merino, Arturo Pérez Reverte, Vicente Molina Foix, Francisco Rico, Luis María Anson, Jaime Siles, Antonio Colinas, José María Álvarez y Julio Llamazares.