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Ángel Villarino: «Al chino se le teme como al judío porque prospera»

Disecciona la realidad de esta comunidad en España. «¿Adónde van los chinos cuando mueren?». Ángel Villarino. Debate. 304 páginas. 18,90 euros
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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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Que tire la primera piedra quien no haya elucubrado alguna vez con qué hacen los inmigrantes chinos con sus familiares fallecidos. Las leyendas urbanas sobre este y otros asuntos han proliferado durante los últimos años de tal forma que, en muchos casos, la opinión pública las asume como verdaderas aunque sean producto de actitudes xenófobas disfrazadas de humor. Éste y otros tópicos sobre la comunidad extracomunitaria más grande de nuestro país son los que el periodista Ángel Villarino, corresponsal en Asia de LA RAZÓN, desmonta en «¿Adónde van los chinos cuando mueren? Vida y negocios de la comunidad china en España» (Debate).
-A la vista de la cantidad de tópicos que circulan sobre los chinos en nuestro país, ¿les tenemos más aprensión a estos inmigrantes que a los procedentes de otros países?
-No creo que exista más, pero es diferente. Al chino le tenemos miedo porque prospera económicamente muy deprisa, y éste es un temor menos directo pero más peligroso. Es el mismo que le tenía Europa a los judíos.
-Quizá la creencia más extendida es la de que no pagan impuestos.
-Eso es completamente falso. También lo que se dice de que tienen un convenio especial. De hecho, la mayoría de las empresas de los chinos que están aquí son españolas. Lo que sí es cierto es que están menos en regla que la media de los comerciantes en España. Pero esto ha mejorado mucho durante los últimos. En todo caso, proceden de un país en el que las reglas del juego empresarial son muy diferentes. Por otra parte, España al igual que Italia, países en donde más se han implantado, son los dos con más economía sumergida. Pero la presión es incluso mayor a los comerciantes chinos que a los españoles, sobre todo desde que comenzó la crisis.
-También se les suele achacar su falta de integración.
-Es bastante cierto, pero también lo es que la diferencia entre la cultura china y la occidental no tiene que ver con la de un mexicano, por ejemplo, con la que sólo nos separan matices. Tampoco los occidentales estamos nada integrados cuando vivimos allí. Además, al inmigrante económico no es que no le interese la cultura española, es que tampoco les interesa la china.
-¿Son ellos mejores anfitriones con los occidentales que nosotros con ellos?
-Su reacción es parecida a la nuestra. Aunque su comunidad occidental es de las más pequeñas del mundo, están empezando a ponerse duros con la inmigración. No les gusta demasiado, aunque el milagro chino esté basado principalmente en la inversión extranjera.
-Y, para que no quede ninguna duda, ¿adónde van los chinos cuando mueren?
-A donde va todo el mundo. Por razones demográficas, los primeros llegaron hace treinta años muy jóvenes, por lo que todavía no son muy mayores. Los que lo son quieren pasar los últimos años en su país, como le pasa a la mayoría de la gente. Por eso aquí percibimos una tasa de defunción tan baja.
«Emperador» destructivo
Que el líder de una presunta trama de blanqueo de capital, el famoso «caso Emperador», sea Gao Ping no ayuda a normalizar la imagen de esta comunidad. Villarino arroja luz sobre el tema: «Fundamentalmente es un delito de importación tasada por debajo de su precio real. De ahí deriva todo lo demás, incluidas las asociaciones posteriores. Este tipo de operaciones llevan sucediendo 10 años como mínimo, pero es injusto que influyan en la percepción de la gente. Además, puede suponer otro revulsivo para que abandonen España, y en este momento podrían ser de gran ayuda».