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Anna Gavalda: «Con trabajo no habría nacionalismos»

La autora inicia una trilogía sobre la juventud. Anna Gavalda, que publica «Billie», considera el triunfo de Marie Le Pen en Francia «una pataleta»
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Anna Gavalda responde a ese ideal de belleza renacentista que hemos visto tantas veces en pinturas de Botticelli o Parmigianino: una mujer de cuello largo y hombros estrechos. La escritora, preocupada por la deriva imprevista que han tomado las nuevas generaciones, hundidas, según declara ella, en una profunda apatía y una desesperanzadora falta de curiosidad por cualquier clase de conocimiento, ha emprendido una trilogía que traza el retrato literario de esa juventud que avanza hacia el futuro con la mirada extraviada en el reciente laberinto de espejos que han formado las pantallas digitales. Y lo ha hecho con una novela, «Billie», que describe el paso errabundo de dos seres despojados de posibilidades vitales, marcados por el signo ardiente de un entorno arisco, violento, trufado de dificultades, que sólo redimirá la casualidad de un encuentro y una amistad inesperada. «Ahora mismo, veo unos chicos angustiados. Creo que, al final, han vencido China y los Estados Unidos, y Europa ha perdido los patrones de su propia identidad. Estos dos gigantes y el consumismo han ganado a la juventud, que ha olvidado el placer que supone aprender, saber, disfrutar con la literatura, la cultura. Eso lo están perdiendo, se olvidan. Desde las escuelas se les inculca el desasosiego y se les enseña que viven en un planeta agotado, sin recursos ni posibilidades, y que ya tienen la partida perdida. Lo normal sería que les animaran a cuidar la Tierra, que todavía es hermosa. Que les expliquen, por ejemplo, la causa que motiva la emigración de las aves a esos lugares que llevan inscritos en su genética. Pero siempre que comento esto en los colegios, en seguida hay alguien que me sale con lo de "ya está la artista"».
Fuera de este mundo
Anna Gavalda, asidua de las bibliotecas –su consumismo diario–, no aboga por unos muchachos henchidos de lecturas y de imposturas culturales. Defiende que desarrollen un interés por los asuntos circundantes, comunes, que partan de lo sencillo, y que la ambición inherente a la curiosidad guíe posteriormente sus pasos. «Existe un numeroso ejército de personas al que les gusta la cultura, lo que sucede es que el resto hace más ruido», puntualiza. La escritora reconoce su miedo por haber criado a sus hijos en unos valores que puede convertirlos en unos «outsiders», pero admite a la vez que «aunque es cierto que en el metro la mayoría atiende al móvil o se entretiene con alguna pantalla, me parecen más hermosos los rostros que leen un libro. Ellos realmente están fuera de la realidad, de este mundo, de aquí. Los otros carecen de esa paz».
La rebeldía personal, Gavalda la defiende con las propias elecciones que el individuo toma en su travesía diaria: la familia verdadera, expone, no es la heredada, es la que uno se forma a su alrededor con las amistades que conserva. Pero no obvia la responsabilidad social implícita en los ciudadanos, y analiza ese cambio que ha conducido a votar al Frente Nacional de Marie Le Pen en las elecciones en vez de salir a protestar en las calles, como sucedió en los sesenta. «Ha ganado el Frente Nacional porque la gente no va a las bibliotecas. El triunfo de Marie Le Pen es una pataleta en Francia. Pasará. Hay que recordar que, en el pasado, el pueblo francés le cortó la cabeza a un rey. Ésa es una lección que no debemos olvidar. Sobre lo que tendríamos que reflexionar es sobre qué hemos hecho mal para transmitir a los jóvenes esta imagen tan patética del mundo. El problema que aglutina a la gente alrededor de estas ideas es el paro. Ningún nacionalismo triunfaría si hubiera trabajo». Para combatir el espectro de las ideologías radicales nada mejor, declara la novelista, que fijarse en el entorno, como en Manuel Valls, primer ministro galo, y Anne Hidalgo, la alcaldesa de París. «Los dos descienden de españoles. Y están ahí. Me encanta ella, además. Representan la respuesta al nacionalismo».

Los reveses de la fortuna

Gavalda irrumpió en el panorama literario con una novelística reconocible. «Me gustaría que alguien me esperara en algún lugar», un libro de relatos, y «Juntos nada más», entre otros títulos, la catapultaron al éxito. En sus obras puede rastrearse algunos temas recurrentes, como el amor o, en este caso, la amistad. «La amistad puede ser tan grande y poderosa como el amor», señala, refiriéndose a sus protagonistas. De ellos admira la capacidad para sobreponerse a un destino infausto, «sacar la cabeza» y no ceder ante los reveses de la fortuna. Por eso anima y dice que «se puede salir adelante y es más fácil levantar el vuelo cuando se tienen 25 años».