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Baroja ya pasó por aquí

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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En los últimos años se ha consolidado una muy estimable literatura en lengua vasca, con un fiel público lector, ampliamente traducida al castellano y plenamente actual en sus renovadas propuestas estilísticas y temáticas. Ramón Saizarbitoria, Koldo Izagirre o Bernardo Atxaga, entre otros nombres, han sabido combinar en su obra un ancestral pasado histórico y legendario con los avatares de un convulso presente social e identitario. En esta línea, Kirmen Uribe (Ondarroa, 1970), quien en 2008 aparecía con una espléndida novela, «Bilbao-New York-Bilbao», publica ahora «La hora de despertarnos juntos», extenso relato de las peripecias del matrimonio formado por Txomin Letamendi y Karmele Urresti en el dilatado marco de la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. Claramente comprometidos con el bando republicano, impelidos después al destierro en EE UU, se verán envueltos en intrigas de espionaje internacional junto al FBI y el OSS (agencia estatal predecesora de la CIA), buscando el reconocimiento del gobierno vasco en el exilio con su histórico presidente al frente, José Antonio Aguirre, quien alcanza en esta novela un marcado protagonismo. Asistimos así a la crónica de unas vidas privadas encaradas a los vaivenes del convulso siglo XX occidental con un tono narrativo que recuerda a la épica barojiana, y que es a la vez una intriga política, un relato de aventuras, una defensa de las convicciones individuales y la historia de un conflicto sentimental; esta última explica el título del libro, tomado de un verso de Ezra Pound, y que evidencia el forzado desencuentro emotivo de los dos protagonistas.
La fuerza de unos acontecimientos asumidos colectivamente marca aquí el carácter de unos atormentados personajes herederos de un agitado mundo de encontrados intereses: «Como suele afirmarse, no somos seres aislados, sino hijos de nuestro tiempo, de nuestra educación, de nuestra cultura, pero también, del mismo modo, hijos del pasado». Ágiles diálogos, buena reconstrucción histórica, lograda tensión emocional, diversidad de materiales narrativos –desde cartas cruzadas a documentación oficial– y un contenido melodramatismo conforman una interesante novela donde el crítico testimonio civil se conjuga con un delicado intimismo. Duros tiempos que acaban recalando en la Transición política española, esencia conclusiva y claramente identitaria de nuestro presente.