Brillante paella literaria
La primera edición del Premio Llibres Anagrama de Novela ha recaído muy justamente en «Jambalaya», de Albert Forns (Granollers, 1982), quien ya sorprendiera hace tres años con «Albert Serra» (la novela, no el cineasta), un original relato sobre la suplantación de identidades artísticas y la impostura de la ficción creativa. La reciente novela galardonada, cuyo título pretextual remite a «una especie de arroz criollo que preparan en Louisiana», relata la experiencia de un joven escritor becado en el reconocido taller literario de Edward Albee, celebrado autor del temperamental drama «¿Quién teme a Virginia Woolf?» y ahora sólido referente de la mejor escritura literaria. Instalado nuestro protagonista en el característico costumbrismo de la América profunda, la dependencia del automóvil o el ecologismo tiránico, se repasan aquí, entre la inteligente ironía, el declarado humor y cierta sensible ternura, temas y formas del antiguo oficio fabulador: el engreído mandarinato de la crítica, los taimados manejos de algunas agencias literarias, la decantada significación de la literatura gay, el esnobismo de las presentaciones promocionales, las modas banales de la novela histórica o los tratados de autoayuda, la tópica relación entre alcohol y literatura, el terror de la página en blanco o el egocentrismo del escritor, certeramente ejemplificado en el inefable Houellebecq.
Las peripecias de estos escritores noveles bajo el magisterio de Albee son el pretexto para desarrollar, con bien asimilados referentes como Vila-Matas, Sharpe o Kennedy Toole, una lúcida sátira sobre la autoficción, la metaliteratura, la contracultura, los límites del realismo o la presunta muerte de la novela. Es ésta, pues, una desenfadada historia repleta de jocosas disquisiciones, bizantinas anécdotas, sorprendentes ocurrencias y discursivas divagaciones.