Cuando la cosa es el sexo
Quién sabe si las tantas maneras de nombrar una cosa no son, de alguna forma, la cosa misma, eso que está allí para ser nombrado y, en una suerte de cadena interminable, ser nombrado por diversas palabras que varían según la cultura, las costumbres, los usos, la arbitrariedad, los tabúes, los libros. Esas palabras que pueden hacer de metáforas, que pueden ser sinónimos, eufemismos, antónimos, incluso «palabrotas», y que suelen rodear todo aquello que tiene que ver, fundamentalmente, con el tema tabú por excelencia: el sexo.
En «Las palabras y la cosa» (Blackie Books, 2016), Jean-Claude Carrière, quien colaboró con Luis Buñuel como guionista en muchas de sus películas, intenta hacer un compendio de la mayor cantidad posible de palabras relacionadas con el sexo. Para ello se vale, en este libro que tiene poco de soez y mucho de erudito y de divertido, de una serie de cartas que una joven dobladora de porno repleta de dudas lingüísticas le envía a un anciano filólogo.
Así, a partir de entonces, «Las palabras y la cosa» (que fue adaptado de modo brillante al castellano por Ricard Borràs y que cuenta, además, con un epílogo del filólogo Alberto Blecua) es un paseo erótico por la literatura y por el habla popular, un recorrido que tiene mucho de arte combinatorio y que rescata, de la memoria de los tiempos y de las páginas de autores como Góngora, Arcipreste, Lorca, de la poesía del Romanticismo, del barroco, expresiones olvidadas para referirse a un acto tan antiguo como el acto de «meterla al abrigo de los mosquitos» o de, como recomendaba la Iglesia, «fornicar».
Porque las palabras, al fin y al cabo, como apunta en un momento del libro Carrière, son tan «diversas que se enfrentan, empujándose entre ellas, a una cosa escurridiza y esencial» porque, si no, aclara con aserto el autor, callarían.