Diatriba contra el pensamiento único
La novelista Marta Sanz, autora de libros tan conocidos como «Susana y los viejos», que quedó finalista del Premio Nadal en 2006, o «Black, Black, Black», que fue semifinalista del premio Herralde de 2009, en Anagrama, estalla en una antología de santa indignación contra la perversión de la cultura por los medios de comunicación y el poder económico. No tan incendiario, el título de este asombroso despliegue ensayístico de ironía, ira, análisis literario, crítica, poética y estética se nos antoja una «excusatio non petita». Lo es: es un ensayo realmente incendiario que clama contra el pensamiento único y su funesta influencia, contra la decadencia de las humanidades –¡ay de la vieja y bella erudición del profesor de griego y la catedrática de instituto de otros tiempos!–, la indecencia pública de la cultura basura y el control de los medios y de las mentes por parte de una sutil ideología dominante, que usa la superestructura llamada cultura como un bálsamo calmante.
La edad de la globalización
La intersección entre literatura y política, la relación entre cultura e izquierdas y el panorama general de las artes y de la creatividad en la edad de la globalización y el consumo masivo son objeto de un análisis duro e implacable que resulta en la necesidad de educar al público y dejar de halagarlo. Hay un poco de poética postplatónica en ese sentido: contra la demagogia sofística, contra la psicagogía (el puro «Entertainment», el «panem et circenses»), el poeta ha de recuperar la voz en el espacio público habermasiano, ha de volver a ser el educador del pueblo. El libro se compone de un collage de reflexiones tempestivas e hilvanadas con algunos textos procedentes de las columnas de la autora en varios medios culturales y de conferencias en diversos foros y ocasiones. Pero no por ello se nota una falta de unidad en el pensamiento o en el discurso –aunque hay algún que otro, inevitable, símil o recurso libresco que se reitera–, sino que se mantiene un hilo y una voz que en todo momento atrapan. Una mención especial merecen las acertadas páginas que se dedican al ensayo, un género definitorio ética y estéticamente, dentro de las consideraciones de la autora, y de gran éxito en el panorama editorial últimamente. En definitiva, este pequeño libro es todo un revulsivo contra el pensamiento único y las tentaciones acomodaticias no solo de los escritores, sino también de las tuyas, amantísimo lector (Cervantes dixit).