Dionisio Ridruejo se patea Ávila
A finales de los años sesenta y principios de los setenta del pasado siglo XX, el poeta, ensayista y memorialista Dionisio Ridruejo (Burgo de Osma, Soria, 1912 -Madrid, 1975) publicaba, en dos tomos, una voluminosa «Guía de Castilla la Vieja». La editorial Gadir ha emprendido la ejemplar reedición de esta emblemática obra de la mejor literatura viajera. Hasta la fecha han aparecido, sobre las seis partes previstas, las correspondientes a Segovia, Soria y Burgos, y ve la luz ahora Ávila que, con sus peculiaridades, responde al característico estilo narrativo de quien es ya un clásico de las letras: certera adjetivación, cuidada selección del vocabulario paisajístico, conocimiento directo de la geografía, identificación humanista con las gentes que la pueblan, sobriedad expresiva, y sensibilidad en la valoración del arte.
En el particular caso de las tierras abulenses destaca la pervivencia del misticismo renacentista; la monumentalidad monástica, de escueta reciedumbre arquitectónica; la espiritualidad de pueblos y parajes, la nobleza de un ilustre pasado y, sobre todo, la prolongada sombra –y luz– de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, con su prodigiosa escritura de símbolos religiosos y creativas metáforas.
Impresionantes caserones, templos, conventos, castillos y murallas jalonan una ruta que se erige para el lector en un recorrido íntimo, repleto de percepciones estéticas y numerosos hallazgos en estos caminos. Las palabras finales del libro recogen ese perfil: «Quizá allí, donde ahora nos detenemos, fue a morir la vieja Castilla, que tuvo su cumbre de oro por el siglo XV, cuando aún era comunera, feudal y turbulenta.» Muy relevante aquí el amplio material fotográfico de Javier Santillán; así como el eficaz prólogo de José Jiménez Lozano, quien detalla la mirada de Ridruejo sobre esta geografía: «No es una ontología ni un canto lírico, sino visita a la realidad para entenderla».