«Divine» Barcelona
En julio de 2012 moría la novelista, editora y activista cultural Esther Tusquets (Barcelona, 1936); en sus últimos años había intensificado su proverbial actitud irreverente y anticonvencional reafirmando en la vejez su independiente vitalidad contestataria. Un título como «Confesiones de una vieja dama indigna» (2009) expresa, en clave memorialística, esa rebeldía innata que supondrá un insumiso genio e irónica figura hasta el final. Precisamente sobre ese final de la escritora trata «Corazón amarillo, sangre azul», de la fotógrafa, diseñadora y novelista Eva Blanch (Barcelona, 1968), que fue su cuñada, casada por lo tanto con el arquitecto y pintor Óscar Tusquets. En esta novela, que mezcla modélicamente ficción y realidad, la protagonista, Clara, trasunto narrativo de la propia Eva Blanch, asume, en plena crisis matrimonial, el cuidado de su suegra, aquejada ya de un párkinson demoledor.
A partir de aquí, y bajo el nombre figurado de Emma Thomas, se retrata a una anciana obsesionada con su perfeccionista trabajo editor, extravagante y lúcida intérprete de su entorno, proverbialmente generosa, amante de los perros, de caprichoso autoritarismo, sutil encanto manipulador, clara tendencia al exabrupto y radical autonomía opinante. Plantándose ésta ante la casa de su hermano, manifiesta: «He venido aquí a morir»; y esta especie de profética proclama genera el relato de Clara, la novelización de unos días agónicos con los que se reconstruyen una vida y la historia de una generación. Porque ésta es también la crónica de aquella barcelonesa «gauche divine» del tardofranquismo y la Transición.
Quimera divertida
Desfilan por estas páginas, bajo enmascaradas identidades que no pretenden engaño alguno, el poeta Pere Gimferrer, el fotógrafo Oriol Maspons y la escritora Ana María Moix, entre otros protagonistas de aquella quimera divertida y estetizante. Sin olvidar la relevancia testimonial de Ginebra, nombre que oculta apenas a la hija de la «vieja dama indigna», Milena Busquets, quien en su reciente novela «También esto pasará» trata asimismo, con evidente conmoción, la muerte de su madre. Al intuir Emma que su cuñada escribe sobre ella, le precisa: «No intentes contentar a todos. Cuando se tienen hijos y marido y se quiere escribir, hay que ser cruel». Se evidencia así también un drama familiar, un choque de personalidades, un áspero juego de verdades y mentiras en medio de variadas anécdotas, bulos, equívocos y desencuentros. Se alude en algún momento, con alguna leve modificación en el título, a la primera novela de Esther Tusquets, «El mismo mar de todos los veranos» (1978), en sabia referencia a la lúdica juventud del pasado, a un dorado tiempo ido, imaginario característico de aquel grupo de amigos abocado a un perpetuo veraneo vital.
Destacan otros interesantes aspectos, como la agria dureza de la consciente vejez terminal, el poder emancipador de la escritura, el valor del juicio personal por encima del entorno dominante, la total identificación entre vida y literatura, la hábil mezcla de realidad y ficción, la desinhibida exposición de los sentimientos de los personajes, el siempre presente espíritu de alta cultura social, y, en el plano estilístico, la lograda agilidad de los diálogos, la eficaz utilización de la ironía y una certera dosificación del lirismo sentimental. Eva Blanch ha conseguido una novela tierna y dura a la vez, desabrida y emotiva, sincera, desgarrada y luminosa.