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El gran espía se jubila

larazon

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Todo tiene su fin. También los héroes se desvanecen o se olvidan. Unos porque sus autores se aburren, y otros porque se jubilan, aunque lo más corriente es tratar de cerrar el ciclo literario con una salida digna del aventurero. El folletín, que inventó las sagas interminables, solía clausurar sus aventuras con el reposo del guerrero: la felicidad del matrimonio y la paz hogareña. Una histórica excepción fue la de Sherlock Holmes, que Arthur Conan Doyle mató, junto al malvado profesor Moriarty, cayendo en singular combate por las cataratas de Reichenbach, en Suiza. Cierto que luego lo resucitó por presión de los lectores, pero esa resurrección forma parte de la esencia de la novela popular: el lector odia la abolición del orden del tiempo imaginario, que es donde se inscriben las aventuras literarias interminables, frente a la finitud temporal del ser humano.
En la actualidad, el primer héroe que se difuminó entre problemas de próstata y el cáncer de su autor Henning Mankell fue Kurt Wallander. Seguido del jubilado comisario John Rebus, de Ian Rankin. Charlie Parker, el detective de John Connolly acribillado a balazos y al borde mismo de la muerte en «La canción de las sombras», sobrevive, y un achacoso Montalbano teme bastante a su jubilación.
Tras el terror islamista
Menos drástico ha sido Daniel Silva al completar la decimosexta aventura del espía judío Gabriel Allon: jubilarlo como espía y convertirlo en el nuevo director de la «Oficina», el servicio secreto israelí. Con «La viuda negra» Gabriel Allon cede los trastos de matar a una espía israelí, Laila Hadawi, que lleva todo el peso de la acción, al introducirla en el vientre del ISIS para informar de los planes del terrorista Saladino. Mientras Silva escribía esta novela, que comienza con dos atentados similares a las masacres de la sala Bataclan de París y la de Bruselas y los vínculos terroristas con el barrio de Monlebeek, consideró abandonarla, pero el vaticinio forma parte del relato de actualidad, condicionado por los hechos del terrorismo yihadista que se repiten por su propia pragmática.
La globalización ha enterrado la Guerra Fría y colocado en el tablero mundial el terrorismo yihadista, primero con Al Qaeda y tras la «primavera árabe» con la amenaza del Califato del ISIS. «La viuda negra» es una de esas novelas de intriga internacional que devuelven el espionaje al centro del «thriller» de acción, y como hizo Terry Hayes en «Soy Pilgrim» coloca a los profetas del Apocalipsis vestidos de negro como Némesis del protagonista. En «La viuda negra» se cuela la actualidad política de forma apabullante. La protagonista es una doctora infiltrada como viuda negra en las filas del ISIS para detener los ataques suicidas de un escurridizo terrorista, Saladino que será la peor amenaza de Gabriel Allon, acompañado quizá por la doctora Laila Hadawi. Como siempre, Daniel Silva logra crear una intriga apasionante y mantener la tensión con el mejor suspense: atrapar al lector hasta el desenlace final.