El mundo se ríe de Hitler

Después de décadas pidiendo perdón, un novelista alemán tiene la «osadía» de enfrentarse desde la ficción a la figura maldita de Hitler. El 30 de agosto del 2011, el Führer se despierta en un descampado berlinés. No sabe dónde está y su amnesia no se debe a la borrachera (¡el Führer es abstemio!)... Cuando se incorpora grita. «¡Dónde está Bormann!» pero no obtiene respuesta. Se cruza con chicos que juegan al balón, camina entre vehículos que transitan por las calles del Reich, hasta que recala en un quiosco donde el dueño le ofrece trabajo. Hasta que una productora de televisión hace de él una estrella mediática.

El libro es un delirio que arranca con una minimalista portada, prosigue con un precio no elegido al azar –19,33, año en que llegó al poder– y transita por una ironía flemática que nos sitúa entre la media sonrisa y la carcajada dolorosa. Planteado con la inteligencia de un primer espada del guión, elude tópicos al tiempo que convierte al Führer en un cliché de sí mismo para mayor chanza y esperpento: Las ciudades están libres de escombros, en el área de Berlín los soldados soviéticos han disminuido a una treintena, Polonia continúa con su antinatural existencia y el viejo tema judío es el rayo que no cesa... De ahí que utilice su programa de humor «El Hitler de los viernes en MyTV» para lanzar sus soflamas: ¿cómo quiere ayudar usted a Alemania?... Sin anestesia, el autor intenta demostrarnos que si volviese un nuevo Hitler no sería fácil contenerle pues apela a nuestros más bajos sentimientos. Tras leer estas páginas, uno se teme lo peor.