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Hunter S. Thompson no se calla

Nació como reportero en una base militar, leyendo manuales de periodismo en la biblioteca. Fue el comienzo. Después se convirtió en uno de los renovadores del género y una de las firmas estrella de la revista «Rolling Stone». Un libro recoge ahora las entrevistas que él mismo concedió.
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  • Diego Gándara

    Diego Gándara

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El periodismo gonzo y las diferencias con el nuevo periodismo. Nixon y las motos. La política. De eso y más se habla en «El último dinosaurio», hermoso libro que acaba de editar Gallo Nero y que reúne algunas de las entrevistas que Hunter S. Thompson concedió a diversos medios americanos, desde la ofrecida en 1966 a raíz de «Los Ángeles del Infierno» hasta la que «Playboy» publicó en mayo de 2005, tres meses después de que se suicidara de un disparo en la cabeza. «Toda mi vida he estado condenado a los actos violentos», dice en ese texto póstumo Thompson, que nació en Kentucky en 1937 y cuya carrera periodística comenzó a finales de los cincuenta, en uno de los lugares menos indicados, quizá, para hacer los primeros pinitos en el oficio: en una base militar. Sin embargo, como dice Thompson, en aquellos tiempos «la escritura me sacó de muchos apuros».
En Pensacola, adonde lo habían destinado, mataba las horas leyendo manuales de periodismo en la biblioteca de la base. Poco después pasó a escribir en el periódico de la ciudad y, antes de los treinta, ya se había convertido en uno de los renovadores del periodismo americano con un reportaje sobre la banda de moteros Los Ángeles del Infierno. «Ellos veían que yo era un poco raro, aunque sólo fuera porque yo era el primer escritor que acudía a visitarlos y a hablar con ellos en su territorio. Hasta entonces, todos los reportajes sobre los Ángeles del Infierno provenían de la poli», recuerda Thompson en 1974 sobre la primera vez que se encontró con la banda de forajidos que tenían atemorizadas a las poblaciones por donde pasaban con sus ruidosas motos. Al principio se mostraron reacios al hecho de que alguien quisiera escribir sobre lo que hacían, pero dice Thompson que a las cincuenta o sesenta cervezas llegaron a un acuerdo porque al final «los locos siempre se reconocen entre ellos».
Loco o no, lo cierto es que para entonces, en plena década de 1970, Thompson era uno de los periodistas estrella de la revista «Rolling Stone» y uno, también, de los periodistas más extravagantes, hasta el punto de que se presentó como candidato a sheriff de un condado en Colorado y, naturalmente, perdió: estaba claro que su talento no tenía nada que ver con la política, sino con una manera nueva de hacer periodismo que había nacido, casi, de pura casualidad. «El Derby de Kentucky es decadente y depravado», un reportaje sobre una concurrida carrera de caballos que Thompson escribió para una pequeña revista deportiva fue, de hecho, fruto de la desesperación. Desbordado por el «deadline», no tuvo más remedio que desguazar su cuaderno de apuntes y enviarle al editor las páginas tal como estaban. «Yo estaba lleno de dolor y vergüenza. Pensaba que ése era el final, el hoyo más profundo donde había caído jamás», recuerda Thompson sobre aquellos días aciagos de 1970, en los que el editor, finalmente, lo llamó para felicitarlo por la descripción minuciosa que había hecho del derby.
Vivir en el medio
Sin saberlo, Thompson había inventado un nuevo periodismo: el periodismo gonzo, una forma iconoclasta y subjetiva de acercarse a la realidad y que nada tiene que ver, como se encarga de aclarar Thompson en casi todas las entrevistas de «El último dinosaurio», con el nuevo y refinado periodismo que entonces practicaban Tom Wolfe o Guy Talese. «Ellos tienden a retroceder y recrear las historias que ya han ocurrido, mientras que a mí me gusta situarme en medio de lo que estoy escribiendo, lo más involucrado posible en la historia.» Así, siguiendo su propio estilo, en 1972 Thompson publicó «Miedo y asco en Las Vegas», en el que describe todo lo que le pasó en la ciudad de Las Vegas, adonde llegó cargado de todo tipo de sustancias y de donde se fue con esta obra cumbre del periodismo gonzo. Ese año, también, se sumó a la campaña presidencial de Nixon de 1972 y escribió para «Rolling Stone» un reportaje emblemático que es, además, una crítica inteligentísima a la guerra de Nixon contra las drogas. «Me interesa la política, pero no como ideología, sino simplemente como acto de defensa propia», dice en otro pasaje de estas entrevistas Thompson, que siempre se ha considerado a sí mismo como un anarquista y a quien la política, en ocasiones, le resulta tan interesante, o más, que las drogas. «A veces sí», dice. Y aclara: «Depende de la política y de la droga...».
Sobre el autor
Hunter S. Thompson nació en Kentucky en 1937. Inventó el llamado «periodismo gonzo», en el que el periodista es el verdadero protagonista de la historia. Algunos de sus reportajes aparecieron reunidos en el volumen «La gran caza del tiburón»
Ideal para... leer un pensamiento en permanente ebullición, capaz de hablar de todos: desde política y armas a leyes, periodismo y literatura
Un defecto: El cuantioso espacio, demasiado, que ocupan los temas relacionados con la política americana
Una virtud: Los pasajes en los que Hunter Thompson se detiene y describe con minuciosidad sus trucos a la hora de escribir
Puntuación: 7
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