Crítica de libros

Inglaterra se revoluciona

El catedrático y académico José Antonio Escudero analiza el libro «1688», de Steve Pincus, un autor que intenta desmarcarse de las teorías habituales para postular que la primera revolución moderna fue la inglesa. Una tesis que sostiene a través de un exhaustivo e imprescindible análisis de las fuentes históricas

Inglaterra se revoluciona
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No ha sido fácil para los autores de historia política calificar los movimientos que han convulsionado la trayectoria de los distintos países. Hablamos de motines (entre nosotros, el de Esquilache o el de la Granja), de rebeliones (la de las Alpujarras, por ejemplo), de alzamientos (el de 1936), o de revoluciones. La Revolución se ha aplicado a acontecimientos de máxima envergadura histórica (la Revolución francesa, la norteamericana, la rusa), lo que concuerda con la observación de Ortega de que no se puede calificar de revolución a cualquier cosa. Un profesor de Historia en la Universidad de Yale, Steve Pincus, ha publicado un denso libro sobre la Revolución inglesa de 1688, usualmente calificada de Gloriosa, lo que nos recuerda otra nuestra de fecha curiosamente parecida, 1868, y también conocida como Gloriosa.

Ésta supuso en España el destronamiento de Isabel II y el paso a la monarquía parlamentaria de Amadeo de Saboya. Aquélla, en Inglaterra, el destronamiento del rey católico Jacobo II, la invasión del país y el acceso al trono de los reyes protestantes Guillermo III y María II. El libro de Pincus consta de tres partes (la Inglaterra prerrevolucionaria, la Revolución y la transformación subsiguiente) y de quince capítulos que concluyen con una tesis central: esa Revolución de 1688 habría sido la primera revolución moderna. Con independencia de abundantes elogios al autor y alguna que otra crítica, esta tesis ha sido considerada por la crítica especializada como provocadora, y ello en la medida en que se ha apartado de la visión imperante en la historiografía anglosajona desde que a mediados del XIX Macaulay publicó su famosa «Historia de Inglaterra».

Hechos e interpretaciones. Los hechos son simples. En 1685 Jacobo II hereda la corona de Inglaterra. Desde entonces pone en práctica una política beligerantemente católica que le enfrenta a las universidades, a la Iglesia de Inglaterra y al Parlamento. A requerimiento de unos y otros, el príncipe holandés de Orange, Guillermo III, primo de Luis XIV, acude a Inglaterra, mientras Jacobo se refugia en Francia. Guillermo y María son coronados, publicándose la Declaración de Derecho como explicación de los presuntos o reales excesos del rey católico, que justificaban lo sucedido, y como fórmula definidora del control del poder real.

Las interpretaciones son más problemáticas. La tradicional, la que viene de Macaulay, y de autores como Burke y Trevelyan, ve en lo sucedido una revolución no revolucionaria, en tanto en cuanto habría sido una revolución no popular, sino aristocrática, sin reivindicaciones sociales, que impidió la reinstauración del catolicismo asegurando una Inglaterra protestante. Una revolución así, descafeinada, habría sido, en el pensamiento de aquellos autores, el antídoto de la Revolución radical que no llegó a tener lugar. Steve Pincus, en cambio, sostiene que las causas que provocaron el conflicto venían de un siglo atrás, y que esa revolución fue popular y violenta, susceptible incluso de ser comparada con la francesa de 1789. Los objetivos de los revolucionarios habrían tenido tanto un carácter político (consumado con el cambio de dinastía), como militar (la guerra con Francia de los Nueve Años), económico (la creación del Banco de Inglaterra), y religioso (la tolerancia de confesiones). Todo conducirá al rechazo del Estado absoluto y a la aparición en Inglaterra a fines del siglo XVII del Estado moderno.

Una discusión eterna

En este análisis, hecho desde múltiples perspectivas (política, social, militar, económica y religiosa) y que tiene en cuenta implicaciones internacionales, reviste especial importancia lo relativo a la que el autor llama «modernidad» o «modernización católica», objeto de tres capítulos en la primera parte y de otro de la cuarta («La revolución en la Iglesia»). Y esa importancia es especial por lo religioso en sí mismo, como por la discusión del eterno problema de la tolerancia / intolerancia en Inglaterra. Pincus observa que, tras la muerte de Carlos II, la mayoría de la nación aceptó a un rey católico como Jacobo, lo que desmentiría la opinión de quienes creen que su religión fue un obstáculo insalvable desde el principio. Sí, en cambio, comprometió al nuevo rey en algo más concreto: su progresiva alianza con el catolicismo galicano de Luis XIV, entregado a los jesuitas y hostil a Roma. Jacobo II favoreció la presencia de católicos romanos en diversos ámbitos del Estado; el ejército, la Administración, la Corte, los jueces y las Universidades. Jacobo se comprometió con un proyecto de largo alcance de «modernización católica», o de monarquía católica, que habría de poner en cuestión, tal como se hizo, la tolerancia religiosa y la convivencia civil.

La última parte estudia las transformaciones operadas por esa Revolución en tres ámbitos: la política exterior, la económica y la eclesiástica. En política exterior, Pincus sostiene que la sociedad inglesa se implicó en el debate de la política europea, lo que no parece probado entre otras cosas porque él reduce la política europea a la relativa a Francia. En cuanto a la económica, si Jacobo II había adoptado la noción «tory» de riqueza basada en la tierra, los revolucionarios impondrán otra de apoyo a los productos manufacturados, lo que marcará la política comercial del país. En la eclesiástica, en fin, tras la aprobación por el Parlamento en 1689 de la Toleration Act, y frente a la opinión común de que la Revolución apenas cambió a la Iglesia de Inglaterra, el autor aprecia algo que resulta más que discutible: una honda transformación que hará que los obispos aparezcan como defensores de la tolerancia y de las libertades civiles.

Sobre el autor

Es profesor en la Universidad de Yale y especialista en los siglos XVII y XVIII. Ha escrito, además de este volumen, una monografía centrada en la Revolución Gloriosa de Inglaterra

Ideal para...

los que están interesados en la historia de las revoluciones y, de manera especial, en este periodo de Inglaterra

Un defecto

En ocasiones, el libro es muy exhaustivo, lleno de datos y referencias

Una virtud

La importancia de los temas que se abordan y la investigación de las fuentes que aporta el libro

Puntuación: 8

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