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John Banville, un doble juego de indentidades

larazon

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Banville es uno de los rotundos clásicos de principios del siglo XXI gracias a una producción narrativa depurada; a su fama de estilista elegante, algo tan depreciado en España, aunque le hayan concedido el Príncipe de Asturias, se une su bivalencia ficcional, que le lleva a un no menos interesante álter ego policiaco, Benjamin Black, que él arrincona de su brillante carrera canónica. Será por algo. «El intocable», la espléndida novela que extirpamos de su delicada producción, escrita en 1997, y publicada en castellano por Anagrama, tapa dura en 1999 y blanda en 2009, narra las peripecias de Victor Masskell, prestigioso profesor en Cambridge, crítico de arte especialista en Poussin y Borromini, asesor de la colección de los horribilis Windsor, pero sobre todo espía, durante muchos años, para la Unión Soviética. Habrán adivinado que detrás de Masskell se encuentra el famoso delator Sir Anthony Blunt, cuya doble y apasionante vida fue descubierta y aireada por el Gobierno Thatcher en 1979, que de inmediato le encarceló y despojó de sus prerrogativas y títulos, entre otros, el de caballero del Imperio. A través de Masskell apenas se disimula Blunt, pero tampoco se disimula el refinamiento analítico de Banville, su potencia verbal, esa genealogía que le emparenta, por arriba, con sus coetáneos MacEwan y Hollynhurst. El escándalo de Masskell es el de Blunt, en ambos pervive la afección a las ideologías totalitarias, vengan de donde vengan, en ambos dormita la decadencia de Europa. Como escribió George Steiner, «Blunt era un erudito y un crítico de primera, pero ¡maldito el hombre!».