José Luis Arrondo: «Si el vino es amigo del corazón, también lo será de los órganos sexuales»
De la pluma de un urólogo cofrade de la Cofradía del Vino de Navarra no podía salir otro libro que el que presentará el próximo mes en Valencia. «Vino. Salud, amor y sexo» desmonta mitos y nos recuerda los placeres compartidos.
«Vino. Salud, amor y sexo» desmonta mitos y nos recuerda los placeres compartidos
- ¿Escribió el libro con una copa de vino en la mano?
-Técnicamente no hubiese sido nada fácil. Disfruté de la copa antes, después y durante; en esos sorbos, de segundos en silencio, en los que necesitas recuperar la inspiración. Y lo que sí me resultó fuente de creatividad fue tener una botella al lado, convencido de la estrecha relación entre el libro y la botella. Ya lo dijo Louis Pasteur: «Hay más filosofía en una botella de vino que en todos los libros».
-En este obra responde a doscientas interrogantes sobre aspectos relacionados con el vino, ¿cuál su lado más desconocido? ¿Y el falso mito más arraigado?
-El mundo del vino es bastante más que un negocio. Después de todo lo que he vivido, investigado, leído y meditado, estoy en condiciones de manifestar qué supone para mí el vino y es que, ingerido con mesura, cataliza la relación humana, estimula la inspiración y el ingenio, condimenta la gastronomía. Además, es un buen compañero de viaje, el símbolo de muchas culturas, es amigo del corazón, aumenta las defensas, previene algún cáncer, estimula la mente y reduce la predisposición a las demencias, predispone al enamoramiento y enaltece la pasión y, por si fuera poco, alarga la vida. En cuanto al mito más arraigado: creer que beber vino significa ser alcohólico.
-De la relación del vino con la salud se ha hablado mucho, pero no tanto de cómo afecta este a las relaciones amorosas y sexuales. Cuente, cuente...
-Está demostrado que el vino previene y mejora las enfermedades cardiovasculares, también supone prevenir las relaciones sexuales y las disfunciones sexuales. Que si el vino es amigo del corazón, también lo será del pene y del clítoris. Con relación al amor, lo dejó claro el poeta persa Omar Khayyan, gran amigo de este caldo fermentado: «Si los amantes del vino y del amor van al infierno, vacío debe estar el paraíso». Le diré que una botella y dos copas puede ser la distancia más corta con la inspiración, con la atracción y con el amor. En la botella, en la copa..., el vino es como el amante que se va desnudando, que se va abriendo, que te enseña, que te dice cosas. Pero es que, además, el vino posee unas excelentes dotes para la seducción, para la atracción fatal, para encender la chispa hacia el enamoramiento. El juego de colores y de aromas, supone un buen aliciente, te predispone, rompe barreras, te deja más suelto, crea un clima propicio para el romanticismo y para la fantasía, libera a los reprimidos, a los acojonados y acongojados por tanto tabú sin superar. Otro aspecto importante, supone las evidentes relaciones entre una cata de vino y la actividad sexual. Yo le pregunto: ¿Qué es la relación sexual, sino una agradable y profunda cata humana? Una apasionada y apasionante cata de cuerpos y de sentimientos.
-¿Qué embriaga más, el sexo o el vino?
-Pues, en cada momento lo suyo. El vino y el sexo comparten un objetivo común, la búsqueda del placer, y en ambos debe primar la calidad sobre la cantidad.
-Dice que el vino enaltece la pasión, ¿en qué dosis?
-Es indudable que estamos hablando de beber de manera moderada, puesto que puede ser el mejor aliado o convertirse en el peor enemigo. Ingerido en demasía ofusca el cerebro, deprime el sistema nervioso, induce al sueño e impide que la relación prospere. La borrachera está reñida con el sexo. En estas situaciones, pasar lo mejor posible la resaca y olvidarnos de la entrepierna.
-¿Cuántos abstemios enfermizos conoce?
-Algunos voy conociendo, incluso profesionales de la salud. Son controladores de la moral que disfrutan prohibiendo todo lo que en nuestra sociedad produzca placer o desasosiego. Culpabilizan al vino de todos los males, e ignoran todos los beneficios que puede producir sobre la salud física, psíquica y social. Ya lo tenía claro Alexander Fleming, cuando afirmó: «Si bien la penicilina cura a los hombres, el vino les hace felices». Más que prohibir por sistema, creo que sería más loable enseñar para saber beber.
-El vino es elegante, accesible, variado... ¿qué bebida sería su antítesis?
-Sin ninguna duda el agua. Como médico, y más como urólogo, no tengo ninguna duda de que el agua en abundancia resulta esencial para el organismo humano, para vivir. Pero tampoco pongo en duda que el vino, con moderación, resulta necesario para vivir mejor. Una existencia humana sólo con agua pecaría de incolora, insípida, insulsa, aburrida...
-Por cómo se comportan, ¿a qué político le recomendaría que se tomara una copita de vez en cuando?
-A todos, de cualquier color. Y más en una época en la que el diálogo y los pactos resultan fundamentales. Y sigo con el refranero: «Conversar sin vino es grave desatino».
- ¿Conoce los caldos valencianos?
-No suficientemente. Aprovecharé la presentación del libro en Valencia y Alicante para conocerlos mejor. Conozco algo de la zona Marina Alta y Utiel-Requena. Me consta que las bodegas valencianas cada vez gozan de más merecida fama, con renovaciones frecuentes y que elaboran excelentes vinos y a un buen precio.
-Autor de «Historia íntima del pene, la nueva sexualidad masculina», ¿se atrevería con la versión femenina?
-Soy urólogo, pero dedicado toda mi vida profesional como andrólogo, lo que algunos llaman «el ginecólogo del hombre». En ese sentido, como gran experto en la entrepierna masculina, con sus luces y sus sombras, y habiendo vivido en primera línea la evolución de la sexualidad masculina, creo que no tendría problema en realizar una versión femenina. Lo que no me atrevería sería a escribir un tratado sobre la historia íntima del clítoris.
-Hace unos años declaró: «El hombre ya no está siempre salido y repleto de testosterona». ¿Sigue pensando lo mismo?
-Es evidente que todavía quedan hombres que siguen siendo auténticos chimpancés, violentos, dominadores y esclavos de sus instintos y sus hormonas. Pero hoy día, sin renegar de nuestra necesaria testosterona, cada vez somos más varones los que pensamos que es liberador y positivo desprendernos del machismo heredado que no nos representa, en el terreno familiar, social y también en la cama. Conociendo mejor la verdadera fiesta del sexo.
Dejarnos llevar
–Con la primavera recién estrenada, ¿algún consejo para aprovechar que la sangre se altera?
–Indudablemente ponernos ropa más suelta y transparente, buscar un sitio romántico, colocar enfrente una botella de vino y dos copas, y dejarnos incitar visualmente a la sensualidad. Beber del mismo lado que fue besado por los labios del ser amado, saborear despacio vino, amor y sexo al mismo tiempo. Y dejarnos llevar...