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Juan Carlos Chirinos: «La literatura es en sí misma una reivindicación social»

Juan Carlos Chirinos / Escritor. Con varias novelas premiadas, es todo un «cuentista». Acaba de publicar «La manzana de Nietzsche».

Juan Carlos Chirinos
Juan Carlos Chirinoslarazon

Con varias novelas premiadas, es todo un «cuentista». Acaba de publicar «La manzana de Nietzsche».

Juan Carlos Chirinos es un hombre jovial, de rostro amable y con sentido del humor. Y sobre todo un cuentista, en el mejor sentido de la palabra. Eso no significa que entre sus obras no quepa la novela. Tiene varias y alguna premiada, pero los relatos, ese género extraordinario poco venerado en España, por más que autores como Borges lo eligieran para su ficción en exclusiva, los borda.

La cuentística de Chirinos, según su compatriota, José Balza, el novelista venezolano más importante de la actualidad, es «vertiginosa, exacta, plena de humor y desolación». Los últimos relatos están recogidos en un libro bajo el título de «La manzana de Nietzsche» (Ediciones La Palma). Éstos, a partir del primero y de la bola de escribir Malling-Hansen que en febrero de 1882 compró el filósofo alemán para paliar las dificultades de su vista cansada, dota con vida nueva a personajes tan distintos como Jean Piaget, Francisco de Miranda, Lovecraft, Chomsky y Demóstenes y los coloca en un universo nuevo. «Es que el cuento es un universo. La diferencia entre un cuento y una novela es que el primero crea un pequeño universo que se hace solo y la novela necesita ir abriendo espacio».

Los pequeños universos de estos relatos tienen protagonistas de altura elegidos por su autor. «Yo me los iba encontrando. El libro no se creó de golpe, sino que fue escribiéndose poco a poco. Y a los personajes me los iba encontrando. Cuando aparecía alguno que me gustaba lo perseguía hasta que conseguía una historia. En el caso de Nietzsche, por ejemplo, fue después de leer un artículo en una revista».

Alguien pensará que cuando se escribe un libro de cuentos el autor empieza por el primero y acaba por el último. Pero no. Lo que sí suele haber es uno que marca la posibilidad de que aparezcan unidos en un volumen. «Yo no recuerdo cuál de todos escribí primero, pero sí que cuando escribí ‘‘La manzana de Nietzsche” supe que ya había un libro, y a partir de ahí empecé a buscar cuáles eran los cuentos que yo había escrito y que pertenecían a ese libro, porque hablaban de las mismas cosas. Así que, en cierto sentido, cuando escribí el cuento es como si estuviera escribiendo el primero, aunque ya otros estuvieran escritos».

- Cuentos reivindicativos

Cuentos con secretos escondidos, con guiños al lector y hasta con el compromiso político de un autor que sufre cada vez que lee en los periódicos las noticias de su país y denuncia desde su blog el desgaste a causa de las políticas presidencialistas e injustas que viven día a día sus compatriotas, como el cuento de Chomsky: «No sólo había compromiso, sino venganza. Y con los demás es que yo tengo la idea de que la literatura en sí misma ya es una reivindicación social. Cuando tú le regalas al mundo, a la realidad, un espacio literario, estás creando una referencia social, histórica y simbólica que va a repercutir en el mundo. Pero éste de Chomsky, además, es producto de mi indignación ante la actitud de vasallaje de los intelectuales europeos y estadounidenses hacia los dictadores y los gobiernos totalitarios.

Supongo que no habrá sido igual escribir con protagonistas reales que con los inventados que también aparecen en el libro. «Bueno, en un caso yo parto de la nada, y en otro, de referencias históricas particulares, lo que me obliga a tener dos actitudes distintas. En una me arriesgo a construir un personaje débil, y en otra me arriesgo a que me demanden».

Ya que cita con humor las demandas, me meto en el sendero de la imitación, que él reivindica, y que es –o debería ser– distinta a la emulación y a la copia. «La imitación es intrínseca al arte. Lo que sí hay que tener claro es que una cosa es la imitación, otra es el plagio y otra la emulación ¿Dónde están los límites? Yo imagino que hay legislaciones escritas sobre eso y hasta donde tengo entendido, si citas un texto literalmente, y es un párrafo, lo tienes que poner entre comillado, pero si son varias páginas tienes que pedir permiso. Y en la música, a partir de cierto número de compases ya se considera un plagio».

- El poder de la memoria

Dejemos la «inspiración» de otras líneas y vayamos a las suyas, que en este libro de relatos parecen estar unidas por la memoria. «Es uno de los elementos que intenté que le diera unidad al texto: la memoria, el recuerdo, la recuperación de imágenes de momentos. Y entonces varios cuentos tocan, desde distintos puntos de vista, el mismo tema: cómo recuperar la memoria o conservar los recuerdos. Creo que no fue voluntario en el momento de escribir los cuentos, pero sí consciente a la hora de juntarlos y elegir aquellos que se pareciesen, que tuvieran un aire de familia». Cuentos en los que se mezclan el pasado y el futuro a través de la memoria y la imaginación y en los que caben imágenes de mundos interiores y exteriores, sin que se sepa, hasta pasar las páginas, cuáles son reales y cuáles producto de «La memoria involuntaria», que es el título de uno de ellos.

Le pregunto cuál de todos le gusta más. «Le estoy cogiendo cariño al que se llama ‘‘Decir casi lo mismo’’ y también tengo lectores que me dicen que “La memoria involuntaria” es un cuento ontológico; así que debo creer en esos lectores y le tengo cariño también. Esos dos me tienen bastante contento. El de Nietzsche, que le da título al libro, lo he leído tantas veces que lo quiero mucho, pero claro, tiene el problema de los superhéroes, que si los ves todos los días, pierden los poderes».

Personal e intransferible

Juan Carlos Chirinos nació en Valera (Venezuela) en el año 1977. Está casado, no tiene hijos, se siente orgulloso «de que me gusten los gatos» y se arrepiente de «no ser gato». No perdona, aunque olvida «todo el tiempo». Le hace reír la inteligencia y llorar la necedad. A una isla desierta se llevaría libros y comida. Su manía es madrugar, «si es que eso es una manía», y tiene «muchísimos vicios. De los confesables, la gula». A temporadas sueña «cosas rarísimas»; en ésta, «que me cortan el pelo». De mayor le gustaría ser «agente fantasma» y si volviera a nacer sería «gato».