Juan Manuel de Prada: «A veces el héroe debe actuar como un villano»
Vuelve, tras cinco años de silencio, con una obra ambientada en los 50
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En 1942, en plena postguerra, dos jóvenes ladronzuelos de extracción humilde -Antonio y Carmen- se alían para robar en las cercanías del Parque del Retiro. La adversidad en uno de sus golpes obliga a Antonio a huir de la justicia. El azar lo pone delante de una oficina de reclutamiento de la División Azul y se alista para poner tierra de por medio. En Rusia conocerá a un divisionario -Gabriel-, con el que guarda un asombroso parecido físico. Apresados por los soviéticos, son deportados al gulag. En 1954, tras sobrevivir a ese infierno, Antonio regresa a España. «Me hallará la muerte» (Destino), es la nueva novela de Juan Manuel de Prada tras cinco años de silencio narrativo. Una aventura épica que narra la lucha desesperada por la supervivencia con el telón de fondo de la División Azul y el Madrid de los años 50.
-¿La gran cantidad de personajes e historias entrelazadas puede recordar a la novela decimonónica?
-Creo que no. Mis novelas son de largo aliento, pero no me paro a ver sus influencias. Hago un retrato amplio de situaciones que trato de recrear. Me he documentado mucho. De la primera parte de la División Azul hay material, pero de los relevos muy poco. Todo lo que rodea este episodio es conflictivo, hay muchos prejuicios. Yo no lo juzgo, lo que me interesa es que fueron a luchar contra el comunismo y que algunos divisionarios tuvieron un comportamiento ejemplar
-¿Cómo la definiría, bélica, de acción, negra...?
-Comienza como una novela picaresca. El pícaro ladronzuelo en Madrid que se gana la vida engañando, pero luego pasa a la aventura extrema en el episodio bélico de la II Guerra Mundial y acaba en novela negra cuando vuelve el protagonista.
-¿Quien se alistó en la División Azul lo hizo por idealismo?
-Hubo de todo. Los primeros reclutamientos fueron por ideales, contra el comunismo porque pensaban que había hecho mucho daño en la Guerra Civil. Familias diezmadas que querían resarcirse. Otros eran jóvenes que no habían participado en la guerra y quieren hacer su aportación. Luego hubo otras causas, republicanos que anhelaban congraciarse con el régimen, que querían salir de España o que iban con la intención de cambiarse de bando, pero estos fueron casos aislados.
-Los que volvieron en 1954 después de 10 años en los gulag lo hicieron como héroes o a hurtadillas?
-El recibimiento del barco Semíramis en Barcelona fue popular. Va a recibirlos el ministro de Guerra, Muñoz Grandes, que había sido el primer jefe de la División Azul. Aunque Franco estaba en otra fase. Era anticomunista, pero ahora negociaba con los americanos. Los que volvían eran personajes que habían jurado fidelidad a Hitler y resultaban algo incómodos. Fue, digamos, una actitud entre dos luces.
-¿Hay mucha distancia entre ser héroe o villano?
-La línea divisoria es difusa. Se puede ser héroe para unos y villano para otros. El siglo XX está cargado de ejemplos, pero hay veces que los héroes tienen que comportarse como villanos. Aquí, el protagonista es un antihéroe por instinto de supervivencia y en su forma de actuar podemos vernos reflejados.
-¿El idealista muere y el pillastre sobrevive?
-No, porque el ideal mayor de Gabi -el idealista- es su recompensa en la otra vida. Por antípodas, uno y otro se complementan. En realidad, son dos caras de una misma moneda. Yo trato mucho en mis libros esa ambigüedad del ser humano, sus dos caras contrapuestas, pero en la lucha por la supervivencia no vale todo. El fin no justifica los medios.
-¿Las situaciones límite son las que ponen a prueba al ser humano?
-Es donde aflora lo más verdadero de nosotros, lo mejor y lo peor. En los bajos fondos, en la pobreza, en cautiverio... surge una parte nuestra oculta que a veces, incluso, desconocemos.
-¿Cómo era la España de los años cincuenta?
-Muy distinta: amplía las relaciones internacionales con EE UU, firma tratados comerciales y se convierte en un país predilecto para viajeros y empresarios, dinámico y mostrando que se podía salir del agujero. Hay crecimiento económico, político y brillo cultural. Se funciona con muchos clichés sobre esta época.
-¿Traza un retrato social?
-Retrato la hipocresía de la sociedad burguesa, falsa y farisaica de esta época que luego se vio reflejada en el cambio político. Unas élites que fueron cambiando desde entonces hasta ahora según el color político. Antonio, que es un ladronzuelo se queda impresionado cuando entre las clases altas se da cuenta de lo que es la verdadera corrupción.