La fabulosa herencia de Grisham
Vuelve John Grisham, el autor más famoso de intriga judicial, a los años 80 para recuperar al protagonista de su primera y mejor novela, «Tiempo de matar», hoy convertida en un clásico. Regresa, por tanto, al pueblo sureño de Clanton y retoma al abogado cuyos ideales de integración racial representa Jack Brigance, letrado que ganó el caso Hailey, un padre negro que había matado a los violadores de su hija de diez años en una zona de mayoría blanca y fuerte componente racista. Ha pasado un cuarto de siglo desde que John Grisham escribiera «Tiempo de matar», que hoy se estudia en los colegios, y sus protagonistas forman parte de la memoria colectiva norteamericana.
Ecos de Atticus Finch
En «La herencia», la familia Brigance vive aún atemorizada por el KKK, que ha quemado su casa y amenaza la vida de su mujer e hija. Al ser viejos conocidos, Grisham puede centrarse en la historia del testamento de una herencia multimillonaria, los conflictos entre los parientes desheredados, la criada negra heredera y la guerra por los suculentos beneficios que los abogados de los grandes bufetes tratan de conseguir con malas artes.
Como en las mejores narraciones de este autor, el relato se va componiendo ante los ojos del lector con la meticulosidad de un maestro de la novela de suspense criminal en su vertiente judicial. Es éste un enorme rompecabezas donde las piezas van encajando con tal virtuosismo que no se sabe si sorprende más apreciar el engranaje narrativo del novelista o el placer de participar junto al escritor en la construcción de una obra de corte clásico. Como el cine de Alfred Hitchcock, ambos creadores son incapaces de sustraerse al embrujo de mostrar la tramoya del relato, considerada parte esencial de la creación del suspense.
Para entender el complejo sistema judicial anglosajón tras la nueva reforma, el autor de «La tapadera» va preparando al lector, explicándole con personajes y argucias jurídicas el por qué de la deriva de la historia y para que pueda así apreciar y seguir, con las digresiones leguleyas justas, el entramado judicial y sus garantías procesales, ignotas tanto para el lector extranjero como para el norteamericano medio.
Los ecos de Atticus Finch, el abogado de «Matar a un ruiseñor», reverberan en las novelas más antirracistas de John Grisham. Como «liberal» (en el sentido de la izquierda norteamericana), se identifica con el protagonista, Jack Brigance, con su ética protestante y su honestidad, sin importarle que el personaje resulte poco simpático, porque éste se acerca más al ideal del abogado militante que al estereotipo.
«La herencia» es un prodigio de narración detectivesca. Los personajes están dibujados con eficacia. La intriga fluye con precisión. La trama avanza con sosiego. Y el suspense tensiona el relato de forma magistral con la perfección del relato clásico.