La mala madre de Theroux
Madre hay una sola, dice un conocido chiste popular, y justo vino a tocarme a mí. Algo similar podría decir JP, el narrador de esta memoria familiar hecha novela y cuya verdadera protagonista es Madre, una mujer tan indescifrable como enigmática y que, como una especie de deidad iracunda que irradia maleficios y condenas, conduce a su marido y a sus siete hijos hacia la crueldad y el estrago.
Especialmente a JP, álter ego de Paul Theroux, quien a lo largo de las más de seiscientas páginas de su «Tierra madre» destila un paisaje patético alrededor de la figura materna y de la familia y que bastante se parece a su propio retrato familiar. Prolífco escritor americano –autor de más de cincuenta libros entre obras de ficción y narraciones de viajes– y que renovó el género viajero en 1975 con «El gran bazar del ferrocarril: en tren a través de Asia», un texto donde el foco no está puesto tanto sobre el lugar que se visita sino sobre las personas que lo habitan, en «Tierra madre» combina lo mejor de ambos y ofrece una novela sospechosamente autobiográfica que coquetea entre lo cómico y lo siniestro y en la que el lugar y la persona coinciden: esa madre mezquina y narcisista que ocupa todo un territorio y que, además, lo gobierna con mano férrea y manipuladora.
Así es la madre de JP, el narrador, un escritor que, como su creador, Theroux, se ha hecho famoso en el mundo literario gracias a los libros de viajes que ha escrito. Un hombre que, también como Theroux, se ha casado y divorciado; que arrastra un pasado como miembro de los Boy Scouts; que tiene un padre que se dedicaba al comercio; que se ha criado en el estado de Massachusetts; pero, eso sí, a diferencia de Theroux, cuya carrera de escritor se encuentra en peligroso descenso que amenaza su horizonte vital. Aunque en algo más coinciden: ambos regresan a su Massachusetts natal como hijos pródigos, aunque con lo que se encuentran en la casa familiar no es una fiesta, sino la música constante de Madre, que sigue ejerciendo el poder, y de manera severa, sobre JP y sus hermanos.
Dictadora de familia
El resultado es esta memoria prodigiosa que, lejos de ensalzar la figura materna, se vale de los recursos de la ficción para despuntar la imagen de una madre cruel, impaciente y demandante, y que, como una dictadora, ejerce un control implacable: dispensa culpas, ofrece recompensas, castiga sin motivo, incita a la división entre los hermanos con el único propósito de mantener el poder en la familia, ese territorio, como dice Paul Theroux, del que se viene como se viene de una tierra extraña.