La vida a través de los ojos de Pessoa
Son muy conocidos los versos de Fernando Pessoa con los que expresa el desdoblamiento identitario, la impostura de lo poético y el engaño de la realidad: «El poeta es un fingidor. / Finge tan completa- mente / que hasta finge que es dolor / el dolor que en verdad siente». El libro con el que Aitor Francos (Bilbao, 1986), tras diversos poemarios publicados y galardones concedidos, ha obtenido el VIII Premio Iberoamericano de Poesía Hermanos Machado se centra, desde su propio título, «Las gafas de Pessoa», en esa particular lírica de la falsaria dualidad visual, una ambivalente falacia metafórica donde caben una imagen y su negativo, haz y envés de una misma experiencia poética; con palabras del breve epílogo autorial: «Todo en este libro es un juego de espejos conectados, en el sentido más borgiano».
Partiendo de esta premisa, se avanza sobre la equívoca percepción de la realidad, la ilusoria convicción de las vivencias, el cambiante carácter identitario, la mutabilidad de los recuerdos y el imprevisible futuro. El lenguaje es aquí un aliado y un enemigo, porque revisa constancias, relativiza convenciones, dinamita dogmas y libera egóticas representaciones de la existencia: «No hay creencias: sólo la vida de los hombres» (pág. 103), se lee en el poema «Museo». Huyendo de sibaritas culturalismos o minoritarios referentes, se pretende una poesía inmersa en una emoción colectiva: «Que el poema no sea / nada. Que, como mucho, / se apoye en una silla / a respirar, y esa sea ya / una patria de todos» (pág. 53), en versos de «Borrar el poema».
Irónico «Drácula»
Desde la manifiesta admiración hacia Eugenio de Andrade, Alfonso Costafreda, Jaime Gil de Biedma o el mismo Pessoa encontramos una defensa de la extrema sencillez vital: «No hay más que un poco de madera: mesa, / libros, un suelo y lápices. / Y un hombre solitario que a veces cruza / una calle en la memoria» (pág. 67), en «La espera»; en «Mediodía» la certidumbre personal del paso del tiempo: «El tiempo se ha posado como un pájaro / dudoso y hueco / a la sombra que doy» (pág. 61); la percepción de la dramática cotidianidad en «Fuera de aquí»: «Mi casa / es una pequeña enfermedad hecha / de lo que falta. / Otro hueco. Otro cuarto/ Y de nuevo, otra muerte» (pág. 45); el apego del texto a la inmediata realidad: «Es el vuelo lo que ahora / le niego a los poemas, / y la casi mística condición / de pájaro: atrapando / por fin la vida / con una estaca» (pág. 81), del irónico «Drácula»; y la duplicidad de la consciencia, en un ejercicio de figurada ubicuidad, como aparece en el poema que da título al libro: «Ver es estar dentro, en el propio límite / del universo y en la intimidad del origen, / al mismo tiempo» (pág. 23). Diversos elementos simbólicoscomponen una panorámica que cuestiona la personalidad individual y juega con la identidad aparente. Poemas de extenso narrativismo conviven con textos de incisiva instantaneidad acorde con una variedad de registros que nos remiten al poeta y su doble.