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Ladremos

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Ladremoslarazon

«Gracias por la compañía», el título en castellano para este libro que una traducción literal del inglés llamaría «corteza» o «ladrido», quizá no alcanza a expresar el sentido que Lorrie Moore quiso impregnarle al conjunto de sus ocho cuentos, donde los personajes no hacen otra cosa que acercarse y alejarse, atraerse y repelerse entre sí, como si estuvieran protegidos por una imaginaria corteza que no sólo los libra de la incomodad de relacionarse, sino que les permite, también, ladrarse a una sana distancia.

Ocho cuentos al mejor estilo Moore, quien desde hacía dieciséis años no publicaba una colección de éstos, y en los que ofrece, con una prosa despojada y pulida que se detiene en delicados detalles, una galería de personajes cotidianos, complejos, de hombres y mujeres que en pleno siglo XXI se han convertido en supervivientes de sus propias derrotas. Escritores, agentes de seguridad, personas y miembros de una sociedad como la norteamericana cercada por una guerra de Irak que ocurre lejos y las decepciones de los vaivenes políticos de los últimos años. Todos, a la larga, son parte de un escenario cuyo telón de fondo es una soledad inmensa. Pero una soledad que, si se quiere, es posible paliar. Quizá se trata de uno de los mejores cuentos del libro y que emula «Signos y símbolos» de Nabokov, el hecho de aceptar que la vida, dice, no es «una alegría encima de otra», sino «la esperanza de menos dolor».