Las campanas doblan por ti

Si mañana muero, algo del mundo desaparecerá conmigo, podría haber dicho el protagonista de esta novela, con tantas reminiscencias de «¿Por quién doblan las campanas?», de Donne/ Hemingway. En paralelo a Jordan/ María, en Hemingway, y Gary Cooper/ Ingrid Bergman (en el cine), aquí Rubén/ Marta también jugarán con las negras contra el destino. Rubén, un pintor en plena Guerra Civil, encontrará «el puente» de Hemingway en un Mausoleo que un noble extremeño, Jerónimo de las Hoces, ha construido para su joven esposa muerta. A Rubén, entre batalla y batalla, le encargan pintarlo como un acto de propaganda. Marta será la joven música de viola que le acompañará en las batallas, en el amor y en la pintura del Mausoleo.

Eugenio Fuentes, creador de la serie policiaca de Ricardo Cupido, también aporta en esta novela sutiles elementos de una búsqueda indagatoria, como un cuadro que le compra Hoces a Rubén y que manda quemar, o la misma construcción de esta novela donde sus personajes, en una dialéctica coral (como el falangista Ugarte), buscarán su verdad, que, como toda verdad personal, no tendrá mucho que ver con las miradas de los otros.

Eugenio Fuentes nos habla del arte destinado a la destrucción (el mural del Mausoleo), pero también de la capacidad de una música (la viola de Marta) de dar sentido a una vida y permitirla seguir cuando todo parece morir a nuestro alrededor. De una España que no encontró el camino del pacto y del entendimiento entre ideales contrapuestos, anegados por los intereses y por la crueldad de no saber aquello que decía Donne: cuando las campanas doblan, siempre es por ti.