Lisbeth Salander, contra los «hackers»
David Lagercrantz ha publicado, once años después de la muerte de Stieg Larsson, la cuarta novela de la Saga Millenium, una historia con el cibercrimen de trasfondo que está arrasando en ventas.
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David Lagercrantz ha publicado, once años después de la muerte de Stieg Larsson, la cuarta novela de la Saga Millenium, una historia con el cibercrimen de trasfondo que está arrasando en ventas.
David Lagercrantz (Estocolmo, 1962) es alto y delgado y el traje azul eléctrico le da maneras de “rockstar”. Imposta la voz, cuenta historietas y se hace el gracioso durante su encuentro con los periodistas de España, adonde llega después de una gira mundial de dos meses. ¿Y por qué todo este autobombo? Porque es el elegido para continuar la trilogía de ficción polícíaca más vendedora de los últimos tiempos, la Saga Milleniun, tras la muerte de su autor, Stieg Larsson. 82 millones de lectores aconsejan que se convierta en franquicia con esta cuarta entrega, “Lo que no te mata te hace más fuerte” (Destino). Pero, ironías de la vida, el hombre elegido es hijo de uno de los críticos literarios más importantes de Suecia, su país de origen y el de Larsson, quien admite que en su casa “no se leía Millenium. Somos un poco esnobs para eso y pasábamos de Joyce a Proust”, dijo al llegar. Lagencrantz pertenece a una familia de la élite cultural suecas, pero aquí va otra sorpresa. A pesar de su refinamiento, el mayor hito del currículum del escritor es la biografía de un futbolista: el poco simpático Zlatan Ibrahimovic. Y alguna cosa más: la biografía novelada del matemático inglés Alan Turing y otra biografía más, la del alpinista sueco Göran Kropp.
La biografía de Ibrahimovic fue un éxito comercial arrollador: “Me llovían las propuestas”, dijo el autor, que se sentía un “consentido” en su país. “Sin embargo, cuando llegó esta oferta con todo el secretismo de una película de agentes secretos, en un sótano sin ventanas, no la pude rechazar. Y leí las novelas y me subió la fiebre por el mundo de Stieg Larsson”. Aceptar el proyecto es una cosa, llevarlo a cabo otra muy distinta. Lagencrantz necesitaba un argumento. “Me puse histérico. Me levantaba a las cuatro de la mañana para pensar en ello y escribirlo. No salía nada, hasta que una noche recordé una historia periodística que cubrí. Eran los años en que estaba de moda la película ‘’Rain man’’ y me propuse encontrar a los niños de la guerra afectados por un shock similar. En Suecia había algunos viviendo como refugiados y me pusieron en contacto con ellos. Conocí a uno, autista y medio sordo, que nunca en su vida había dicho una palabra, pero que una vez, al cruzar un semáforo, algo le ocurrió. Entonces, al día siguiente, ese niño dibujó un semáforo por primera vez en su vida. Seguimios su caso y descubrimos que tenía memoria fotográfica”, explicó el novelista. “No sé por qué lo recordé, pero imaginé que el punto de partida del argumento era que un niño así hubiera presenciado un crimen horrible”.
Sin embargo, el estilo de Larsson siempre tenía presente la referencia de algún caso de actualidad. Y en este libro faltaba uno: el anclaje era la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, la NSA, que perseguirá a la gran protagonista, Lisbeth Salander, quien conoce el secreto que guarda el niño en su mente hermética. Y entonces, con la trama completa, Lagencrantz firmó por fin el contrato para escribir la novela. “Estaba aterrorizado, mucho más que nunca. Tenía miedo de no estar a la altura ante 82 millones de lectores, ante los críticos y ante mi padre. Había muchos demonios sobrevolando a mi alrededor. Si quería escribir el libro tenía que olvidarme de todos ellos y ser salvaje y un poco loco”, contaba el autor.
“Escribí la novela en un ordenador no conectado a internet y usamos también un ‘’spyware’’ (programa de detección de virus) por si alguien quería ‘’hackearme’’. Tendría que haber sido muy bueno para conseguirlo”, dijo Lagencrantz contagiado por su propio argumento. “Me acordé de la experiencia que tuve con el libro de Ibrahimovic y me di cuenta que tenía que fusionarme, que colisionar con el personaje. Y comprendí que soy mejor escribiendo cuando pienso que soy otra persona. Es decir, cuando no soy un intelectual y neurótico sino un macho-man. En el fondo no me considero más que un periodista viejo que, cuando tiene entre manos una historia así, la siente y la deja salir por sus dedos. Nunca la dejaría escapar”.
El personaje de Lisbeth Salander, según el autor, “posee una mitología, que si lo llevamos al terreno de los superhéroes sería el de uno que siempre va buscando más información pero se da cuenta de que nadie le va a ayudar. Y como superhéroe, la clave es ir buscando en su pasado, en el fundamento mitológico de su infancia, como ocurre con todos los superhéroes”. El autor dice haberse convertido en un experto en Larsson, con dos salvedades: “la primera es que no puedo pretender ser él, sino tomar sus personajes y hacerlos míos como el resultado de una fusión. La segunda es que no mpuedo romper el universo larsonisano, no puedo salir del lugar en el que el lector se siente familiarizado”, asegura. “¿Comparaciones? Él siempre gana. Admito mi derrota pero es que él es quien creó al personaje que ya se ha convertido en icónico en la cultura popular. Lisbeth Salander no es esa princesa que está en la torre del castillo esperando a ser rescatada. Ella se cuida sola”.
La quinta entrega
En el cuarto libro que acaba de publicarse hay una evolución del personaje sutil: “Bueno, Lisbeth Salander desarrolla algo que no se puede llamar instinto maternal, pero se le parece”, contaba Lagercrantz, quien, sobre la técnica narrativa, señalaba: “No he copiado el estilo, pero sí la técnica narrativa. Larsson es como los escritores rusos, con una forma de escribir de estilo directo y la prosa periodística”. Ya trabaja en el quinto libro (hará también el sexto) pero no se siente tan “neurótico”. Sobre los hechos de la realidad que podían servir de caldo de cultivo para nuevas historias, el islamismo radical “por supuesto que es un tema que aparecerá. No puedo adelantar nada de la nueva novela, pero ya tengo un comienzo”.