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Luis Melgar: «Guinea es puro surrealismo mágico»

Luis Melgar / Diplomático. En el libro «Los blancos estáis locos» relata sus peripecias vitales durante sus tres años en la antigua colonia española como diplomático

Luis Melgar, diplomático
Luis Melgar, diplomáticolarazon

En el libro «Los blancos estáis locos» relata sus peripecias vitales durante sus tres años en la antigua colonia española como diplomático

Luis Melgar (Madrid, 1980) se instaló en 2013 como segundo secretario de la embajada de España en Guinea Ecuatorial dispuesto a vivir la aventura africana. Durante tres años fue acumulando lo que él llama «perlas», vivencias y anécdotas cotidianas de su vida junto a su marido Pablo de las que emerge un fresco de un país «asombroso» que vive en constante «surrealismo mágico». Al contrario que otros diplomáticos que escriben sus memorias cuando se retiran, Melgar no pudo aguantarse las ganas de contarlo, y con humor. De ahí ha salido «Los blancos estáis locos» (editorial Península).

–Usted dice que Guinea Ecuatorial es un manicomio.

–Guinea es puro surrealismo mágico. Tiene una cultura muy parecida a la nuestra, pero por otro lado es muy diferente. Este choque es lo que más llama la atención. Me explico. Lo primero que sientes al llegar es que estás en un lugar muy familiar, donde se habla español y donde la cultura y la actualidad españolas son muy seguidas. Pero poco a poco te encuentras con fuertes contrastes. Son católicos, pero existe la poligamia. Y la brujería está muy presente en todo, les sirve para explicar la salud, el clima, cualquier cosa. A ellos les da vergüenza hablar de esto a los europeos, pero creen firmemente en ella. Nadie cuestiona la brujería.

–¿Es un buen destino para un diplomático Guinea Ecuatorial?

–Es el destino perfecto para un diplomático que empieza, pero también para cualquier diplomático español en general, porque es un país que mantiene unas relaciones con España muy intensas a pesar de ser pequeño. La embajada tiene una actividad frenética. Desde luego, no se lo recomiendo a un diplomático vago.

–¿En qué consiste el magnetismo de África?

–África te cambia la perspectiva, es una experiencia muy enriquecedora, recomiendo a cualquier europeo que viaje al menos una vez en su vida a África. Guinea tiene la facilidad de que es una África en castellano, ya traducida, pero aun así, el cambio de perspectiva es total, y sobre todo desde el punto del materialismo. Te das cuenta de hasta qué punto en Europa acabamos preocupados por cosas que no son importantes y que no proporcionan felicidad cuando ves cómo los guineanos viven con menos y pueden ser más felices que nosotros. Eso es el magnetismo de África, el hecho de que ser feliz es algo mucho más sencillo de lo que pensamos.

–¿Cómo asumieron en Guinea su matrimonio?

–Lo vivieron con naturalidad. Jamás tuvimos un problema. Ellos tienen claro que los blancos estamos locos, así que cualquier cosa que haga uno les parece normal. Además, la moral sexual en Guinea Ecuatorial es muy relajada. La homosexualidad no está perseguida ni penalizada, pero socialmente no existe porque no se habla de ella, aunque obviamente también hay homosexualidad en África. Lo que existe es una represión familiar para que el homosexual se case y tenga hijos, pero una vez hecho esto, tus divertimentos van por otro lado. Yo organicé una semana temática sobre LGTB allí. Mis compañeros de la embajada me decían que estaba loco. Antes hablé con ministros guineanos, tenía permiso de Madrid y puedo decir que fue un éxito total.

–¿Ser homosexual dentro de la comunidad diplomática le ha supuesto algún problema?

–Nadie se sorprende de algo así. Se dice –aunque cada vez sucede menos– que hay un alto porcentaje de homosexuales dentro de la carrera diplomática española y en general. Pablo y yo nos hemos sentido completamente acogidos.

–¿Les interesa a los políticos españoles Guinea Ecuatorial?

–Bastante más que a la sociedad española. Hay un cierto cariño de los políticos y funcionarios españoles hacia Guinea. Lo que ocurre es que es un tema delicado.

–Antes de Guinea, barajaron irse a Kabul, un destino peligroso. ¿Tenía ganas de acción?

–Al final es más peligroso un destino que en principio tú crees que no es peligroso. Si vas a Kabul, estás siempre rodeado con grandes medidas de seguridad. No haces vida normal, pero no estás tan expuesto. Pero si estás en Londres y sales un día a pasear, puedes ser víctima de un atentado como el del otro día en Westminster. Para nosotros son más peligrosos los sitios de gran criminalidad, como puede ser Caracas. De hecho, Caracas es mucho más peligroso que Kabul porque te confías, haces vida normal y puedes acabar teniendo un problema. Yo barajé Kabul porque quiero una carrera intensa, un destino donde pueda aportar y aprender mucho.

–¿Cómo es su trabajo como diplomático en Venezuela?

–En Venezuela estoy encargado de derechos humanos y llevo también política interior. Como diplomático, Caracas es uno de los sitios ahora mismo para estar, porque es un punto focal de las relaciones internacionales. Allí se están dando una serie de acontecimientos que van a determinar el futuro del socialismo en América Latina. Lo que pase en Venezuela en los próximos años va a tener consecuencias para toda la región.

–¿Los diplomáticos son buenos anticipando acontecimientos?

–Cuando estuve en El Cairo, todas las embajadas daban por hecho que Mubarak se moriría en el cargo. Unos meses después vino la Primavera Árabe. Nadie lo supo anticipar, pero una vez ocurrió todos corrimos a explicar por qué había sucedido. Los diplomáticos metidos a profetas se equivocan. Estamos ahí para observar y cuando suceden las cosas, las explicamos.

El lector

Luis Melgar es un buen lector de periódicos. Le gusta ver varias cabeceras todos los días para tener diferentes puntos de vista. «LA RAZÓN es un periódico muy válido que me aporta un enfoque interesante y por eso suelo leerlo con frecuencia».