Maldito claxon
Resulta curioso observar cómo mientras Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) escribía y publicaba, en los años setenta, ese monumento del realismo crítico que es «Antagonía», era a la vez autor de una desinhibida narrativa de perfil desarraigado, extravagante y contracultural. En connivencia y bajo la inspiración de algunos destacados pintores del grupo Dau al Set, sobre todo Joan Ponç, aparecieron títulos como «Ojos, círculos, búhos «(1970), «Devoraciones» (1976) y «Una sonrisa a través de una lágrima» (1981); prosas fragmentarias, ocurrentes destellos humoristicos, enigmáticos aforismos, esperpénticas glosas y deslavazadas historias que regresan ahora junto a un excelente texto inédito: «El atasco». Un desesperante embotellamiento automovilístico es sólo aquí el pretexto para cruzar las vidas y circunstancias de unos atrabiliarios personajes sin fondo humano ni clara definición. Tiene mucho que ver en estos excéntricos relatos una singular mezcolanza de elementos oníricos, un farsesco lirismo, desatinadas alucinaciones, visionarias conjeturas y no menos extrañas monstruosidades imaginarias; todo un prodigio de infinitiva libertad creativa. Goytisolo se burla aquí de los convencionalismos sociales y el adocenado costumbrismo, utilizando la sátira y la parodia como recursos de una contestataria narrativa. Esta estética de la combativa impostura debe mucho a aquel espíritu de mayo del 68, a las libertarias expectativas de esos años e incluso a la Transición española y su renovadora mentalidad social.
«El atasco y demás fábulas» acaba resultando un divertido, sugerente y estrambótico artefacto literario, una bocanada de aire fresco, hasta cierto punto un experimento metalingüístico y una original muestra de la mejor idiosincrasia creativa. Conviene revisar esta escritura valiente y arriesgada sabiendo que no sólo del consabido realismo vive el curioso y aplicado lector.