Mary Poppins y la crisis del capitalismo
El fin de la Historia se terminó. El mito creado por el politólogo Francis Fukuyama en 1992, según el cual las viejas ideologías dieron paso a un mundo basado en la política y en la economía de libre mercado como único camino posible, ya no existe más. No se sostiene. El capitalismo también ha empezado a exhibir sus grietas y lo que antes era un paraíso ideal hoy es un nido lleno de problemas. Ésa es la tesis principal de «Problemas en el paraíso», el nuevo libro de Slavoj Žižek, donde el filósofo esloveno reflexiona sobre el estado actual del capitalismo y, además, le toma el pulso a una crisis que, si bien parece sistémica, también puede ser un punto de partida hacia otro orden social.
Un fantasma recorre el mundo y ese fantasma se llama crisis económica, parece decir el autor parafraseando a Marx para señalar la coyuntura social y política de cambios (aunque no de transformaciones) con respecto al desarrollo del capitalismo. Un momento en el que el pensamiento único se impone como una ideología atroz, aliada, encima, a un superego que impone (y exige) a los ciudadanos consumir a toda costa, endeudarse, y pedir soluciones cuando las expectativas no se cumplen, no cuando las cosas, dice, se ponen malas de verdad.
Meterse en el corazón
A partir de la película de Lu-bitsch, de la que toma el título, el libro, señala Žižek, procede mediante cinco pasos para estudiar la trama contemporánea: en el primero, hace una diagnosis sobre los pilares que sostienen el sistema capitalista; en el segundo, una cardiognosis, donde se introduce en el corazón del sistema a partir de casos como el de Julian Assange y Edward Snowden y la protección de datos y el imperio de la nube de internet; en el siguiente realiza una prognosis y propone rechazar la dicotomía entre capitalismo liberal y fundamentalismo religioso porque son, dice Žižek, las dos caras de una misma moneda; finalmente, en el último paso, la epignosis, el autor invita a pensar nuevas formas de organización ante la rueda infinita de la economía financiera.
Para el esloveno, un indicador inmanente de lo que ha ido mal es el comunismo, pues el comunismo, afirma, «sigue siendo el horizonte, el único horizonte, desde el cual no sólo se puede juzgar, sino incluso analizar adecuadamente lo que ocurre en la actualidad».
Así, recurriendo a Marx, pero también a Freud o a Nietzsche, a películas como «Tiburón», «Batman» o «Mary Poppins», a la literatura de Chesterton, la filosofía de Hegel o Kant, al psicoanálisis lacaniano o la teología paulina, Žižek aborda la crisis del capitalismo desde una perspectiva tan amplia que incluye referencias a temas que tienen que ver con lo más profundo de la cultura: la violencia, la cuestión de la Ley, el trabajo, el dinero como mercancía, la economía, la religión y los movimientos que intentan emanciparse de un orden mundial que, como la historia de Fukuyama, puede llegar a su fin. Esa perspectiva, concluye Žižek, ha de ser «comunista; un horizonte no en el sentido de ideal inaccesible, sino como espacio de ideas dentro del cual nos movemos».