Modiano, la literatura del silencio

Escribir sobre la intensa obra narrativa de Patrick Modiano (París, 1945) es hacerlo sobre un escritor tan premiado (Goncourt, Academia Francesa) como heterodoxo y oscuro. No fue gratuito que una de sus más celebradas novelas se titulara «La calle de las tiendas oscuras», que en castellano admitió, en su primera versión en la extinta Monte Ávila Editores, el trueque de tienda por bodega, donde Modiano ya comenzaba a construir arquetipos ambiguos que llevaban una aparente «vida sin historia en un mundo apacible». Éste es precisamente el punto esencial de su perpetuo retorno narrativo, búsqueda en la que se mezclan retazos de una infancia arrojada al asfalto con el eco de aquel París nazi sostenido por la abyecta heráldica colaboracionista, en la que, aparte de Céline, ardieron, entre otros, Drieu de la Rochelle, Robert Brasillach o el más atractivo: Maurice Sachs. De la extensa, aunque breve, producción novelística de este autor, de fácil acceso para el lector en español: «Libro de familia», «Un pedigrí», «El café de la juventud perdida», «Dora Bruder», y la recuperada «Trilogía de la ocupación», con esa boquilla de jade que representa «El lugar de la estrella», hemos extraído «Barrio perdido», singular variante policiaca en la que el protagonista regresa, después de veinte años, a un París –no podía ser otro «no lugar»– desolado y crepuscular en el que los personajes son fantasmas que han muerto o que se ocultan tras espesos cortinajes en los que la memoria se retuerce y jadea, y en los que el silencio nombra lo que no existe.