Moebius, memoria persistente
Alos amantes del cómic fantástico aún nos parece mentira que Moebius no esté entre nosotros. Tres años atrás dejó huérfana a toda una generación de creadores en la que su huella es imborrable: Enki Bilal, Geoff Darrow, nuestro Sergio García –deliciosa su «Amura», tan «moebiusiana», recién recuperada por EDT– o el propio Milo Manara no serían lo que son sin la influencia del gigante francés. Este «Mayor», editado en su país en 2011, es un cuaderno de campo, una obra de ideas en blanco y negro tomadas a lo largo de diez años de forma anárquica, como reconoce el propio autor al comienzo. Algo más que ilustraciones sueltas, porque hay una cierta narración, pero algo menos que una historia estructurada complementa el autorretrato freudiano y alucinógeno que era «Inside Moebius» sin alcanzar su calidad artística. Es un tomo hecho de ratos muertos, de instantes de búsqueda. Imagino al padre del teniente Blueberry divirtiéndose mientras su lápiz fabula lo impensable: situaciones consecutivas –el título se debe al protagonista de «El garaje hermético», personaje recurrente en la historia– pero en realidad inconexas, con individuos que dialogan en el desierto, entidades orgánicas que surgen de la nada y cabinas físicas que nos llevan a parapetos mentales. «Mayor» avanza entre mutaciones y senderos narrativos surrealistas como relojes dalinianos cuyas agujas apuntaran al futuro. Pero ojo: el genio aguarda en algunas páginas y entonces el trazo irrepetible y las locuras fantásticas del francés imantan al lector. En el fondo, «¿Es bueno el hombre?», «Arzach» y el propio «El garaje hermético» eran esto mismo, pero con más elaboración.