Morir de amor para contarlo
«Un contenedor». Así se refirió Pilar Reyes, editora de Alfaguara, al «Mapa de las Lenguas» (en plural), una colección de escritores latinoamericanos que esa editorial y Literatura Random House publicarán durante el próximo semestre, a razón de dos títulos por mes, para tender puentes entre un lado y otro del Atlántico. De ese «contenedor», donde hay autores de Argentina, de Chile, de México y de Colombia, entre otros países, la primera en ser rescatada ha sido Gisela Leal, escritora nacida en Monterrey hace menos de treinta años y que se estrena en España con «El maravilloso y trágico arte de morir de amor».
Título sugestivo que, no por largo, hace que la novela sea más intensa. La obra, como sugiere una nota en las primeras páginas, ronda en la vida de cuatro personajes «productos de la ficción»: Valentina, José, Nicolás y Balbina, nacidos entre 1960 y 1987, conectados «por energías invisibles que dominan el universo» y que viven sus vidas en ciudades tumultuosas como el DF, Barcelona o Nueva York.
La novela, que se vale de recursos tipográficos que pretenden ser modernos y juguetones como atribuirle un tipo de tipografía a cada personaje (recurso por momentos molesto) se va entramando, así, a través de estilos diversos y de un ejercicio narrativo desbocado que promete mucho más de lo que ofrece, pues las vidas de estos personajes, que se sienten jóvenes, que tienen cultura y educación pero que caen bajo el peso de las dudas existenciales, de los problemas económicos y de las trampas que el juego del amor hace con cada uno de ellos, resultan, en conjunto, abrumadoras. Aún así, el libro, en su arquitectura abierta, en la que caben referencias constantes a la cultura de comienzos del siglo XXI, tiene el mérito de ser una novela atenta a la soledad de la época. Un esfuerzo de hacer una historia total sobre los disparates del amor.