Muerte y asco en la India
Hay literatura india más allá de Arundhati Roy, Vikram Seth o del sajón nacido en Bombay Salman Rushdie. También más argumentos que la familia, la independencia colonial, el exotismo y la sociedad patriarcal. A la sombra de su creciente poderío económico y el paso al frente de la emergente clase media, nuevos autores salen a la luz aunque nos lleguen como el riego por goteo. Anita Nair es buen ejemplo de cómo se puede escribir por aquellos lares cuando la tradición no es un fin en sí mismo. Después de «El vagón de las mujeres» o «Lecciones de olvido», se atreve con una novela de género que podría asemejarse a un «Tartam noir» donde el paisaje escocés es sustituido por Bangalore. No en vano, su inspector Gowda tiene ecos del John Rebus de Ian Rankin. Así, se nos presenta en un momento crítico, con una fuerte crisis existencial, alienado por su matrimonio y con una severa devoción para los cubatas de ron. Después de años luchando contra un sistema que no puede mutar, le quedan dos opciones: luchar contra la corrupción o dejarse arrastrar... Hasta que aparece el cadáver de un transexual y sus habilidades deductivas activarán su sistema de alerta: un asesino en serie anda suelto. Para sellar el aroma del género no falta el contrapunto de un novato inocente como compañero, ni el afán de denuncia. Las cuentas pendientes de Nair se centran en explorar la realidad de la comunidad transgénero, la endémica corrupción y los estrechos vericuetos del Bangalore no turístico. Vida, muerte y misterio en la India del siglo XXI, en lo que parece ser el inicio de una saga. Veremos qué profundidad de campo alcanza...