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Nabokov, el hombre que detestaba a Freud

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • Diego Gándara

    Diego Gándara

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Nada de lo que haya escrito Vladimir Nabokov puede pasar desapercibido. Desde «Lolita» o «Ada o el ardor» (que son sus dos obras maestras) hasta sus cursos de literatura europea y rusa o, incluso, estas opiniones contundentes, los textos del ruso se antojan siempre una muestra de su ingenio y de su talento. No por algo dijo sobre sí mismo –como se recoge al principio de este libro– que pensaba como un genio, que escribía como un autor distinguido y que hablaba como un niño.
Algo de esa genialidad es lo que se percibe en las páginas de esta reedición de «Opiniones contundentes», que reúne, además de las veintidós entrevistas que aparecieron en su primera edición de 1973, once cartas que Nabokov escribió a diferentes directores de publicaciones y una decena de textos en los que aborda cuestiones relacionadas con su escritura, opina sobre otros escritores como Sartre o Jodasévich, y elogia, a pesar de ser tan poco propenso a hacerlo acerca de sus colegas, relatos de norteamericanos como John Barth, John Updike, Cheever y J. D. Salinger en un artículo emblemático sobre la inspiración.
Lo mejor de la obra son las entrevistas que reúne, sin duda. No solamente por lo que Nabokov expresa en ellas («Solo las nulidades ambiciosas y los mediocres cordiales exhiben sus borradores», por ejemplo) sino porque cada una de las que se han reunido han sido escritas y reescritas por el mismísimo autor ruso, que ponía a sus entrevistadores tres condiciones que consideraba ineludibles: «Las preguntas que quiera formularme el entrevistador ha de mandármelas por escrito, y yo se las contesto por escrito, y han de ser reproducidas al pie de la letra».
Poder leer de nuevo estas «Opiniones contundentes», así, es leer a un Nabokov en estado puro. Un autor que escribía previamente las palabras que después pronunciaba en sus clases, que se jactaba de no pertenecer a ningún club o grupo, un hombre que iba por libre, que se dedicaba a cazar, coleccionar y clasificar mariposas, que hablaba tres idiomas (ruso, inglés y francés), que vivía en hoteles, que no tenía reparos a la hora de desmenuzar y destruir la obra de Hemingway o Dostoievsky, que detestaba sobremanera a Freud y que es uno de los mejores escritores que ha dado la literatura del pasado siglo XX.