No es por azar de Le Clézio

En pocos autores hay tanta simbiosis entre vida y obra como en Jean-Marie Gustave Le Clézio. Nació en Niza (1940), hijo de británico y francesa, pero ambos procedentes de Isla Mauricio. Pasó parte de su infancia alejado de su padre, hasta que a los ocho años se trasladó a Nigeria, donde éste ejercía de cirujano. Desde entonces, su vida ha transcurrido en continuos viajes con frecuentes estancias en países del llamado tercer mundo. En su hermoso libro autobiográfico «El africano», dedicado a la búsqueda de la figura paterna, está la clave del conjunto de su obra. Ahora se publica por primera vez en España y en Argentina (Adriana Hidalgo Editora) «Azar» un libro que sumerge al lector en sus temas esenciales: la relación entre padres e hijos, la búsqueda de los orígenes, los viajes, el colonialismo.

Azar, palabra clave en el libro, es el nombre de un espléndido yate anclado en el puerto de Villefranche. Su propietario es un rico productor de cine en decadencia, Juan Moguer, de origen mallorquín. Allí aparece, por casualidad, Nassima, una adolescente atormentada por el recuerdo de un padre que abandonó a su familia. La joven se cuela como polizón en el yate de un hombre que tiene una hija a la que apenas conoce. Comienza así una relación entre dos orfandades que intentan llenar los huecos del dolor de forma diferente: ella queriendo dar y recibir amor; él navegando sin rumbo y sin dejar de ingerir alcohol. Ambos gozan de un viaje a través del Atlántico enfrentados a un mar que a veces permite disfrutar de su generosa belleza y otras muestra su lado más feroz.

A «Azar» le sigue una novela corta, «Angoli Mala», basada en un hecho real: la historia de Bravito, un joven indio criado en Panamá por un pastor estadounidense negro que vuelve a Brasil en busca de sus orígenes y descubre un pueblo degradado por el alcohol, dominado por pequeños tiranos locales y por intereses extranjeros. Lucha del hombre consigo mismo y con la naturaleza, denuncia de diferentes esclavitudes, sensualidad y exotismo, y sobre todo ello, y fundamentalmente, un estilo exquisito, un lenguaje poético y evocador para navegar a barlovento.