Nostalgia entre ropa usada
En su magistral libro «Cuentos de Galitzia», Stasiusk (Varsovia, 1960) mostraba el paisaje humano de una zona, para muchos exótica, de la que han surgido grandes escritores. Su estilo se demoraba entonces en una cadencia lenta en la que se expresaban seres humanos cuya vida se deslizaba con calma, ajena a cambios políticos y vaivenes económicos. La primera sorpresa de «Taksim» se produce ante un estilo de frases cortas que parecen ejemplos de sintagmas de manual: breves, concisos, descriptivos, ágiles, en definitiva, idóneos para describir la vida de dos personajes, Paul y Wladek, que se mueven continuamente en una vieja furgoneta cargada de ropa usada, comerciando en mercadillos de pequeños pueblos, visitando vertederos o mostrando su maloliente mercancía en cualquier lugar.
Su radio de acción abarca Polonia, Ucrania, Eslovaquia, Hungría, la República Checa y Rumanía. La difícil supervivencia se complica aún más con la aparición de la mafia china y la trata de personas. Todo el libro, magnífico, desprende una nostalgia contenida apenas por las paredes de chapa y la necesidad de seguir en movimiento, pero precisamente por ello el lector intuye aún más el drama del «viejo» Wladek de cuarenta y tantos años, el dolor que se esconde tras la tranquila desesperanza de Paul o la ironía de comparar tres de estos países con el Benelux.
A veces nos asaltan imágenes de Emir Kusturika, pero sin la música alegre y enloquecida que nos impediría pensar que esto también es Europa y que en estos momentos está más cerca que nunca de la catástrofe total.