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Por qué me desencantó el comunismo

larazon

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Wislawa Szymborska solía negarse al recuerdo personal y privado. Sería la insistencia de las periodistas Anna Bikont y Joanna Szczesna lo que llevó a ir urdiendo este libro, traducido por Elzbieta Bortkiewicz y Ester Quirós, muy asentado en los poemas de la Nobel que glosan cada etapa de su vida, así como en las columnas que escribió durante treinta años, «Lecturas no obligatorias». El trabajo es redondo, pues se capta a la perfección la personalidad bienhumorada de la escritora, su humildad y sencillez, y su de-sapego al comunismo que, tras la Segunda Guerra Mundial, cierta juventud polaca pensaba que sería la salvación.
Sus antepasados, su niñez y amor por su padre, su pasión temprana por Dickens, su educación en la clandestinidad al cerrarse la escuela, ss primeros tanteos poéticos...; todo se presenta mediante testimonios orales o escritos, y resulta muy interesante conocer cómo Cracovia, una vez liberada en 1945, se entregó al frenesí cultural y cómo un grupo de escritores idealistas abrazaron el comunismo, fundaron una revista y ella misma trató en sus poemas «el tema de la Unión Soviética como Estado amante de la paz, así como el de los criminales e instigadores del mundo capitalista».
De hecho, dicen las autoras, «su debut literario llegó con el estalinismo» con el libro «Por eso vivimos», gracias al cual fue admitida entre las filas de la Unión de Escritores Polacos. Szymborska empezó a hacerse cargo de la sección de poesía de la revista justo cuando moría Stalin, a quien le dedicó unos versos, y aunque no se prodigó en esa vena ideológica, firmó «una decena de textos propagandísticos». Pero tal confianza no tardaría en esfumarse junto a su primer marido; ambos se darían de baja del Partido: lo político darápaso a lo lírico, y los reconocimientos locales e internacionales le lloverán hasta abrumarla.