¿Quién se apropia de la cultura?
Asu reconocida condición de novelista y poeta, inspirador de una superada «generación Nocilla», Agustín Fernández Mallo (La Coruña, 1967) añade su dedicación al ensayo, como ya lo demostrara con «Postpoesía, hacia un nuevo paradigma» (2009), donde teorizaba sobre un antilirismo informático, la neomodernidad del feísmo y el arte de las formas desproporcionadas. Bajo una declarada formación científica, desarrolla un característico estilo especulativo con la duda sistemática como método y la amenidad expositiva como eficaz recurso retórico. En «Teoría general de la basura» hallamos ahora una densa y documentada meditación sobre la actual postmodernidad, formada por una estética de lo residual, una ética de la marginalidad y un arraigo de la parcelada fragmentación expresiva. El significativo subtítulo, «Cultura, apropiación, complejidad», incide en una filosofía artística que incorpora diversos materiales culturales, desde productos internáuticos a comerciales códigos de barras, pasando por experimentos visuales, ecuaciones científicas, teorías antropológicas o mixtificaciones musicales.
Año Cero
Arranca el libro formulando una imaginaria «Línea Año Cero» como la frontera entre ficción y realidad, el nebuloso límite entre la imaginación y la experiencia. A un lado u otro de esa divisoria campan formas de una belleza corrupta que ya no obedecen al esquema aristotélico de una mímesis por la que el arte imita a la naturaleza. A partir de aquí asistimos a una desacralización del objeto artístico, que ahora es creativamente vulnerado por rupturistas referentes de la modernidad: «Así, los productos artísticos son legítimamente revisables, troceables y combinables con el próposito de hacerlos salir de su marco natural, hacerlos exteriores al espacio que se les suponía natural» (pág. 249) y se alude a continuación al conocido cuadro de Duchamp en el que le pinta unos ostentosos bigotes a la Gioconda.
Destacan conceptos como el de «exonovela», un cuerpo extranarrativo que incluye soportes digitales, series televisivas o ficciones documentales; y referentes iconográficos como el mítico concierto, en Pompeya y sin público en 1971, de Pink Floyd; y la idea del «azar inverso», que relativiza toda noción de posteridad; sin olvidar la descomposición espectográfica de muy diversas imágenes y la trascendencia filosófica de la Mecánica Cuántica, entre otros. El cine de Godard, la estética de Walter Benjamin y la fotografía de Walker Evans contribuyen eficazmente al argumentario de este interesantísimo ensayo.