Santoral «underground»
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Se enreda en disquisiciones (pocas) y a veces divaga, sí. Porque éste es un texto sobre el arte (y por eso es inevitable salirse de los márgenes) con ánimo de manifiesto, y Boullosa cree en lo que predica: hay poesía auténtica en los escritores de rock & roll, pero no los busquen en los grandes almacenes. Los diez músicos de los que habla Luis Boullosa en este volumen les van a exigir, puede que les desagraden, que piensen varias veces en detener sus canciones antes de tiempo. Pero lo que promete Boullosa es que, si aguantan, escuchan y los leen (sí, maldita sea, hay que leer las letras de las canciones), las recompensas son incalculables.
Es evidente que sobre los que selecciona para este santoral underground, ha debatido y estudiado mucho, aunque, ojo, nadie dijo que en téminos académicos, sino como ha de hacerse con el rock: mejor de noche. Y, aunque a buen seguro podría haberse alargado unas decenas de cuartillas más, la vena periodística del autor condensa la información (primer acierto) y aporta la necesaria, ya sea biográfica o las reflexiones del escritor (segundo acierto) para acercarse a su obra. Porque de eso trata este libro: creadores en proceso de búsqueda, alejados del foco, algunos directamente marginales, pero dueños de un universo. Gareth Liddiard, Ryan Sambol, Pete Simonelli, el enorme Grant Hart, Kim Warsen, Brandon Humphries, Matt Korvette, los renacidos Julian Cope y Michael Gira hablan para Boullosa(y no son tipos de fácil acceso), aunque de nada sirve si después no escuchamos sus canciones, eso sí, con este texto haciendo de linterna para unas profundidades algo tenebrosas. «Eso es lo que hace el artista llamado underground y que no es más que el que no se pliega y no miente», escribe el autor, que, irónicamente, teme volverse «un santón ermitaño que se retira del mundo» por buscar el verdadero arte. Ese es el mundo en que vivimos, aunque puede que no todos en el mismo.