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Sexo e ironía

larazon

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En este su noveno poemario, Tina Suárez (Las Palmas, 1971) eleva la dosis de ironía cáustica, ya desde el paródico título nietzscheano. A través de una fingida ingenuidad e indolencia, se critica la impostura literaria, el absurdo existencial y el desencuentro erótico por boca de una muchacha andrógina, que es, por más señas, «onanista zurda» y «empapadita de mosto», muy escarmentada, empero, con quien está a la que salta: «El enano circense de una trágica lujuria». Persuadida de que «el alma, los ángeles y dios estaban hechos de la misma materia que los gusanos de un queso», desdeña, por ello, «las tintas incólumes de los quejumbrosos»; a esos poetas que se instalan en «la moldura acartonada del ocio que los domeña». Híbrida, tal vez, de una chica-Almodóvar y una tataranieta de Quevedo, Sara Trasto recompone poemas con versos de distintos autores clásicos (o los remeda: «¡Menstruación, divino tesoro / ya te vas para no volver!»), y satiriza las fórmulas del amor cortés. Dice, por ejemplo: «Gerineldo, / ¿Te gustan las aceitunas embriagadas de martini? / ¿Y el sabor a cacahuete en los dedos aceitosos?», pero sabe, para sus adentros, que busca retozar en «férvido lecho de paje y heno», y será implacable con «donde digo beso digo sexo»... Suárez lleva, en ocasiones, su sátira al paroxismo: «A poeta laureado / no le mires el diente. / Mírale más bien el vientre / de canapés inflamado».