Sobreviviré

Con esta tercera entrega de sus «Episodios de una guerra interminable», Grandes ha vuelto a confeccionar un libro emotivo que se bebe a tragos cortos y en copa de balón. Nos transporta al Madrid de los años 40 para hablarnos de almas corrientes que consiguieron crear tanto una red de solidaridad como de resistencia, esta última en el sitio más inverosímil, la cárcel de Porlier. Hasta allí se dirigirán los pasos de Manolita –una joven con su padre y su madrastra encarcelados y responsable de cuatro hermanos– para obedecer la ocurrencia de su hermano mayor, escondido en un tablao flamenco: prolongar la lucha utilizando unas multicopistas para propaganda clandestina... Sólo hay un problema: que nadie sabe hacerlas funcionar salvo un preso.

Así, pagando el peaje de un vis a vis que costaba 200 pesetas, un cartón de tabaco y un kilo de pasteles, la joven visita al manitas capaz de resolver el dilema de su puesta en marcha. De forma aledaña a esta trama asistimos a todo un tapiz de personajes, reales y ficticios, con el único oficio de sobrevivir a despecho de una corrupción que alcanzó extremos inimaginables. Si por su prosa les conoceréis; la de Almudena Grandes es de carnoso verbo, frase amplia y rico léxico que gusta presentarnos la acción «in medias res» para recuperar los antecedentes como un pescador el sedal. Una novela que contesta a la inmensa capacidad del ser humano para seguir adelante aún en las condiciones más adversas.