Terapia tipo Woody Allen
A finales de los años 70, Jimmy Carter y Leonid Brézhnev llegaron a dos acuerdos importantes: intercambiar cereales y tecnología y permitir que los judíos soviéticos pudieran emigrar a EE UU. La segunda medida afectó a un niño de siete años escuálido y asmático, tan decepcionante para sus padres que su apodo familiar era «Failurchka», Pequeño Fracaso.
Las más de 400 páginas de este libro parecen recoger el contenido de una larga terapia de psicoanálisis. Los recuerdos de la dura infancia en la URSS, que continúa con otra no menos dura en EE UU para adaptarse a su nueva vida de inmigrante, su juventud un tanto desmadrada, sus relaciones sentimentales, su trabajo como escritor. Pero todo ello son sólo consecuencias del eterno núcleo duro de cualquier existencia: la relación con sus padres, un ingeniero mecánico y una pianista reconvertida en mecanógrafa. Gary pasa su infancia convertido en el diapasón que mide las decepciones y los miedos de sus padres. Para entenderse a sí mismo y a ellos comienza su historia con un recuerdo que le lleva a una plaza de Leningrado y cierra el libro con la terapia bien resuelta con un último y hermoso capítulo, «La revelación final».
Con poco más de 40 años Gary (Igor) Shteingart (Leningrado 1972), considerado uno de los mejores autores norteamericanos de su generación, ha escrito ya su autobiografía. El resultado son unas memorias absorbentes que informan sobre dos mundos diferentes, el soviético y el americano, y sobre todo destilan un inteligente sentido del humor que provoca la sonrisa y la compasión. Un humor que es la marca de la casa y que recuerda a menudo al mejor Woody Allen. Les pongo un ejemplo: «Hacer cola durante tres horas por una berenjena puede suponer una experiencia equiparable a la meditación en los tiempos anteriores al yoga».