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Tienes que estar callada

Emilio Calderón analiza en su nuevo libro la dura realidad de la mujer en Oriente Medio. «La cosecha humana». Emilio Calderón. PLANETA. 320 páginas,. 19,50 euros. (13,99, e-book)
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La novela detectivesca se ha convertido en uno de los géneros literarios más proteicos. Se entremezcla con los demás, hasta el punto de convertirse en el modelo más acabado de la novela posmoderna: nada rechaza y todo lo metaboliza con provecho. Fue a finales de los 70, con el revival del cine negro de los años 30, cuando se operó la epifanía progre. Los detectives de Hammett y Chandler se convirtieron en los ideales románticos de los escritores de izquierdas. Se trataba de utilizar la novela negra como un relato popular que incluyera la denuncia social y la crítica de las injusticias del poder. Los iniciadores de esta modalidad de novela negra europea fueron Söwall y Wahlöö y Vázquez Montalbán, seguidos de novelistas que han ido modulando el personaje del policía problemático: Henning Mankel, Camilleri, De Giovanni y Petros Márkaris.
Una treintena de años después, la novela policiaca, en todas sus modalidades, es el género dominante. Sin renunciar al planteamiento clásico, la actual incluye el relato fantástico, la mitología rural, la parapsicología o la intriga histórica sin que nada altere su estructura básica. Tres elementos destacan en su renovación y puesta al día: la aparición del detective problemático, el protagonismo pujante de la mujer policía y el asesino en serie.

El malestar del mundo

El asesino en serie es el monstruo que metaforiza lo inconmensurable del desafío actual. La mujer policía, el cambio de roles de la sociedad posmoderna. Y el policía problemático –evolución del cínico detective romántico–, el reflejo del malestar social y cultural que sufre el héroe moderno en una situación de extravío, incapaz de identificarse con la sociedad que le contrata para restablecer una armonía imposible. «La cosecha humana», de Emilio Calderón, es un ejemplo de estos cambios. La protagoniza una inspectora de policía española de origen sefardí, Sara Toledano, y su ayudante argentino Lautaro Heller en Jerusalén. Investigan la lapidación de una mujer palestina, seguida del asesinato de un periodista de investigación, en los que aparecen involucrados tanto los integristas palestinos como los judíos. El relato está impregnado de la violencia del conflicto árabe-israelí, al que el autor añade el tráfico de órganos y la mafia rusa para denunciar la deshumanización del poder y los poderosos, y una crítica de la lacerante situación de la mujer árabe. Está narrado desde la perspectiva de Sara Toledano, capaz de enfrentarse a su desarraigo personal y la sumisión de la mujer en un mundo sin otra salida que la resistencia y la lucha por su dignidad. Una novela negra de denuncia social desgarradora.

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