Un día cada cinco años
Miguel es un desastre sentimental que se cansa de todo y de todos. Esa actitud (esa «tara», lo llama él) que le hace desear lo que no tiene ha marcado su relación con el mundo y, especialmente, con las mujeres. Sin embargo, hay una excepción: una chica que ocupa su imaginación desde hace 20 años. Se llama Claudia y ayer la llamó a las cuatro y siete minutos de la tarde. Hace exactamente 24 horas. Una llamada que precipitará un camino retrospectivo. La novela transcurre durante esas 24 horas que ambos pasan juntos después de mucho tiempo sin verse (que corresponden al presente) intercaladas, a modo de «feedback», por cinco capítulos que corresponden al del cumpleaños de Miguel (15 de diciembre) cada cinco años. El primer capítulo describe el día que celebró sus 20 años –la fecha en que conoció a Claudia–, y en el último le veremos soplar 40 velas, porque, cerrando el círculo, la mujer en la que tanto ha pensado ha vuelto. ¿Se necesita más información para saber qué le ocurre a alguien y qué ha pasado con su vida?
Acompañamos a Miguel en la jornada de celebración de cada media década y así sabemos cómo trabaja de becario para una gestoría, para después ser contratado por una consultora internacional, y cómo termina viviendo en una urbanización de las afueras junto a la madre de su hija a la que parece no querer demasiado. Pero llega la cifra redonda. El rito de paso a los cuarenta. En ese momento, se planteará quién es y qué ha hecho con la espuma de sus días, pero sobre todo, recordará aquel tiempo feliz que no volverá. Aunque lo fundamental pasa por descubrir en qué momento siguió más fielmente los dictados de su corazón y dónde tomó el camino menos correcto. La única figura que permanece incólume y poco contaminada es Claudia. La muchacha que se quedó suspendida en el limbo platónico de nuestro protagonista y, por tanto, no ha sufrido el desgaste del tiempo. Es una narración que crea una vida, no alude a ella, y en la que no encontramos ni héroes ni antihéroes ni líderes ni ángeles caídos, solo personas que ejercen su libre derecho a tomar decisiones acertadas o poco oportunas. Tampoco nos habla de gente infeliz sino de seres que no siempre tienen opinión y decisión, por lo que se dejan llevar por la vida. Una novela encantadora.