Un predicador en la «era Google»
El Jordi Soler más surrealista sorprende en «Restos humanos»
Jordi Soler (La Portuguesa, Veracruz, 1963), quien nos fascinó hace unos pocos años con una impresionante novela de rasgos autobiográficos, «Los rojos de ultramar», sabe también abordar con acierto el relato paródico, la fantasía extravagante en «Restos humanos», una hilarante historia de atrabiliarias incidencias narrativas. Un periodista especializado en crónicas de interés humano recibe el encargo de escribir sobre las andanzas de un sorprendente santón que cura el alcoholismo, la cleptomanía o los desenfrenados impulsos sexuales; todo ello en un ambiente actual que combina la vida cotidiana de los barrios populares con el disparate surrealista y la ocurrencia transgresora.
Las correrías de este singular «hombre santo» y sus entregados acólitos –Madame Erotikón, Childeberto, Empédocles...– por burdeles, comercios de barriada o dependencias municipales establecen un tono esperpéntico y dislocado donde todo es posible y nada es lo que parece. En este juego de espejos encarados y absurdas propuestas argumentales radica lo mejor de una trama simbólica con la que se pretende la denuncia de palpables desajustes colectivos: desde la corrupción política a la especulación financiera, pasando por la establecida delincuencia organizada o la hipocresía social que todo ello conlleva. Sin olvidar algunos curiosos subtemas como el mito social de la virginidad, las posibilidades manipuladoras de la informática o el peligro del sectarismo ante las crisis ideológicas y morales. Partiendo de la insospechada aparición de un ojo humano conservado en hielo, los acontecimientos se precipitan, en tono de contenida farsa crítica, hacia la constitución de toda una red de tráfico de órganos humanos, en la que acabará interviniendo la consabida mafia rusa y el no menos recurrente grupo de sicarios mexicanos. En suma, una variada fauna de personajes con la que se edifica esta fábula literaria sobre las obsesivas dependencias psicológicas, las luces y sombras de la condición humana, y el carácter ambiguo e irracional de la cotidiana realidad.
Dominando los resortes de un humorismo burlón y desencajado, Jordi Soler logra un divertimento nada inocente, porque en su entraña alberga la ácida denuncia de una desnortada sociedad fácilmente reconocible. Entre la comedia de enredo y el relato de suspense se desarrolla esta equívoca historia de clara intencionalidad crítica.
Sobre el autor
Soler es un narrador de rigurosa prosa que sabe alternar, con versátil acierto, la parodia con el testimonio civil
Ideal para... abordar humorísticamente algunas cuestiones sociales de nuestro tiempo
Puntuación: 8